Este dinosaurio terminó hecho un cromo. Dos paleontólogos han descubierto evidencia de un gran número de lesiones ocultas en un fósil de dinosaurio excavado allá por 1942. Tenía al menos ocho fracturas óseas y áreas dañadas por infección. Según explica el estudio publicado en la revista PLOS ONE, esta bestia continuó con su vida a pesar de sus dramáticas lesiones, si bien pero probablemente lo haría sufriendo una cantidad considerable de dolor.

El dinosaurio en cuestión es una especie llamada Dilophosaurus wetherilli, una criatura plumada que poblaban la Tierra hace 193 millones de años, durante el Jurásico Temprano. Se hizo famoso por la inolvidable película «Parque Jurásico«, que lo ilustró como un pequeño reptil que escupía veneno y poseía un volante retráctil alrededor de su cuello, características estas dos que no se trataban más que de fabricaciones.

(Imagen ampliable) Las lesiones del dilophosaurus. Imagen: Senter y Juengst

En realidad, este dinosaurio era más grande, de unos seis metros de largo y hasta 500 kilogramos de peso. A juzgar por el aterrador conjunto de dientes afilados que poseía y sus poderosas piernas, este animal era carnívoro. Este nuevo estudio, que reexaminó los fósiles originales de D. wetherilli, revela que parecía haber sufrido toda una serie de lesiones de golpe, quizás como resultado de una única y brutal batalla.

El omoplato izquierdo fracturado, una infección grave del hueso en su pulgar izquierdo, traumatismo en el brazo derecho, y una ruptura en el antebrazo izquierdo son sólo algunas de sus aflicciones. También parecía tener ejemplos de deformación ósea, dejándolo con al menos un dedo encorvado de forma permanente. Es probable que esto último sea el resultado de una condición llamada osteodisplasia, donde el crecimiento esquelético inusual hace que las articulaciones o huesos adopten posiciones o alineaciones imperfectas.

De acuerdo con Phil Senter, un profesor de biología en la Universidad Estatal de Fayetteville, North Carolina y coautor del estudio, ya que este dedo siempre sobresalía de la mano, el dinosaurio estaba constantemente enseñándote el dedo, vaya, haciéndote la peineta. «No estaba siendo grosero», explica Senter en un comunicado. «Simplemente no podía evitarlo».

(Imagen ampliable) ¡Habráse visto! Imagen: Senter y Juengst

Una sección larga de hueso en uno de sus antebrazos también está completamente ausente. A diferencia de los mamíferos, los dinosaurios eran incapaces de volver a hacer crecer el tejido óseo perdido, lo que significa que esta particular bestia jurásica tuvo que vivir sin este trozo de hueso para el resto de su vida. Las fracturas, sin embargo, muestran signos de curación y crecimiento, lo que significa que este dinosaurio vivió durante muchos meses o incluso varios años después de haber recibido las lesiones.

Sus manos, presuntamente utilizados en combate, terminaron por volverse parcialmente inoperativas, lo que significa que habría sido incapaz de saltar sobre dinosaurios grandes con el fin de matarlos y comerlos. Como resultado, es probable que hubiera tenido que vivir de presas más pequeñas y pasivas para salir del paso, lo que pudo haber causado que experimentara una dramática pérdida de peso.

Es imposible determinar con certeza la causa de estas ocho lesiones, pero los autores sugieren que la culpa la pudo haber tenido una batalla con otro dinosaurio. Pudo haber sido suficiente ser lanzado de forma muy agresiva contra una roca o un árbol mientras se quitaba de encima un depredador o incluso mientras trataba de capturar alguna presa particularmente defensiva.

Con todo, esto D. wetherilli se lleva la medalla de tener el mayor número de las lesiones en la parte superior del cuerpo jamás visto en un dinosaurio terópodo, un grupo de dinosaurios bípedos, en su mayoría carnívoros. El récord anterior lo tenía un Tyrannosaurus rex llamado Sue, que tenía cuatro lesiones óseas.

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