Algunos realmente no saben cómo respetar un momento íntimo. En una especie de pez del Mediterráneo llamada lábrido ocelado (Symphodus ocellatus), los machos solteros se cuelan sigilosamente en el nido de parejas que se están apareando y liberan un torrente de esperma en un esfuerzo por fertilizar algunos de los huevos de la hembra.

Pero resulta que los peces hembras pueden protegerse contra tales trampas a través de su fluido ovárico: la película pegajosa que cubre los huevos de los peces.

Suzanne Alonzo, bióloga de la Universidad de Yale y sus colegas expusieron esperma de ambos tipos de macho al fluido ovárico del lábrido ocelado hembra en el laboratorio. Los machos escogidos para la anidación liberan espermatozoides más rápidos y en menor cantidad (alrededor de un millón por desove), mientras que los machos furtivos liberan una gran cantidad de esperma, pero más lento (alrededor de cuatro millones por desove).

(Imagen ampliable) Los machos vienen en tres variedades: los furtivos (aquí mostrados) que sorprenden a las parejas en pleno acto con su esperma pero no ayudan en la crianza; los machos que construyen nidos de algas y ayudan en la crianza; y los machos satélite que protegen los nidos de «piratas» pero se abstienen de procrear. Imagen: Susan Marsh-Rollo

Los experimentos demostraron que el fluido ovárico mejora la velocidad y la movilidad del esperma y favorece la velocidad sobre el volumen. De este modo, el fluido otorga al esperma de la pareja elegida por la hembra una ventaja en la carrera hacia el huevo, según se explicó en Nature Communications.

Si bien es común encontrar métodos para frustrar los espermatozoides no deseados en especies que fertilizan dentro del cuerpo, la evidencia encontrada en el salmón Chinook parecía insinuar que los fertilizantes externos carecen de semejante lujo. Sin embargo, estos resultados sugieren lo contrario: algunos peces hembras conservan cierto nivel de control sobre quién es el padre de sus hijos, incluso después de poner sus huevos.

Deja tu comentario