El momento en el que entraron los seres humanos en América del Norte a través del estrecho de Bering sucedió 10.000 años antes de lo que se pensaba.

Así ha sido demostrado de forma irrefutable por Ariane Burke, profesora del Departamento de Antropología de la Universidad de Montreal (UdeM), en Canadá, y su estudiante de doctorado Lauriane Bourgeon, con la contribución del Dr. Thomas Higham, Subdirector de la Unidad de Aceleradores de Radiocarbono de la Universidad de Oxford, en el Reino Unido. Sus hallazgos fueron publicados en la revista de acceso abierto PLoS One.

(Imagen ampliable) La superficie del hueso se muestra ajada y alterada por la presencia de grabados, pero las marcas de corte están bien conservadas. Se encuentran situadas en el lado medial, debajo del tercer y segundo molares, y están asociadaos con la extracción de la lengua usando una herramienta de piedra. Imagen: Université de Montréal

La fecha más temprana del establecimiento del ser humano en América del Norte, hasta ahora estimada en 14.000 años antes del presente (AP) según los sitios arqueológicos más antiguos, ahora se estima en 24.000 AP, a la altura de la última edad glacial o último máximo glacial.

Los investigadores realizaron su descubrimiento usando artefactos de las Cuevas Bluefish, ubicadas a orillas del río Bluefish en el norte de Yukon, cerca de la frontera de Alaska. El sitio fue excavado por el arqueólogo Jacques Cinq-Mars entre 1977 y 1987. Basándose en la datación por radiocarbono de los huesos de los animales, el investigador hizo la audaz hipótesis de que el asentamiento humano en la región databa del año 30.000 AP.

36.000 fragmentos óseos analizados

A falta del descubrimiento de otros asentamientos de antigüedad similar, la hipótesis de Cinq-Mars permaneció en la controversia dentro de la comunidad científica. Además, no había pruebas de que la presencia de huesos de caballo, mamut, bisonte y caribú en las Cuevas Bluefish se debiera a la actividad humana.

Para tratar de arrojar algo de luz, Bourgeon examinó los aproximadamente 36.000 fragmentos óseos extraídos del asentamiento y conservados en el Museo Canadiense de Historia en Gatineau; una tarea enorme que le tomó dos años completar. El exhaustivo análisis de ciertas piezas del Laboratorio de Ecomorfología y Paleoantropología de la UdeM reveló innegables rastros de la actividad humana en 15 huesos. Alrededor de otros 20 fragmentos también mostraban probables rastros del mismo tipo de actividad.

«Una serie de líneas rectas en forma de V en la superficie de los huesos fueron hechas con herramientas de piedra usadas para despellejar animales», dijo Burke. «Éstas son indiscutibles marcas de corte creadas por los seres humanos».

Bourgeon sometió los huesos a una posterior datación por radiocarbono. El fragmento más antiguo, una mandíbula de caballo que muestra las marcas de una herramienta de piedra aparentemente utilizada para extraer la lengua, fue datada con radiocarbono a 19.650 años, lo que equivale a entre 23.000 y 24.000 cal AP (años calibrados antes del presente).

«Nuestro descubrimiento confirma los análisis anteriores y demuestra que este es el primer sitio conocido de asentamiento humano en Canadá», explicó Burke. Esto muestra que Beringia Oriental fue habitada durante la última edad de hielo.

Se confirma la «hipótesis de la parada béringa»

(Imagen ampliable) Este especimen data del año 18.570 AP y muestra marcas rectas y paralelas resultantes de la actividad de fileteado. Imagen: Université de Montréal

Beringia es una vasta región que se extiende desde el río Mackenzie en los Territorios del Noroeste hasta el río Lena en Rusia. Según Burke, estudios en genética de poblaciones han demostrado que un grupo de unos pocos miles de individuos vivieron aislados del resto del mundo en Beringia hace de 15.000 a 24.000 años.

«Nuestro descubrimiento confirma la hipótesis de la parada béringa (o aislamiento genético)», dijo. «El aislamiento genético habría correspondido con el aislamiento geográfico. Durante el Último Máximo Glacial, Beringia fue aislada del resto de América del Norte por glaciares y estepas demasiado inhóspitas para la ocupación humana en Occidente. Era posiblemente un lugar de refugio».

Los béringos de las Cuevas de Bluefish pertenecieron, por lo tanto, al grupo de antepasados ​​de personas que, al final de la última era glacial, colonizaron todo el continente a lo largo de la costa hacia América del Sur.

Artículo original publicado por la Universidad de Montreal. Revisado y traducido por ¡QFC!

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