Los antropólogos llevan décadas tratando de encontrar el cráneo completo de un mono que habitó en el mioceno en África; uno que vivió en ese período difuso previo a la separación del linaje humano de los antepasados ​​comunes que compartimos con los chimpancés, hace unos 7 millones de años. Recientemente, un grupo de científicos en Kenia ha encontrado finalmente su trofeo: un cráneo casi perfectamente preservado de aproximadamente el tamaño de una pelota de béisbol. ¿El truco? Es de un bebé. Eso significa que aunque puede dar a los científicos una idea aproximada del aspecto que podría haber tenido el antepasado común de todos los simios vivientes y los seres humanos, es posible que extraer otras conclusiones significativas sea un reto.

«Este es el tipo de cosa que al registro fósil le encanta que hagamos», dice James Rossie, antropólogo biológico de la Universidad Estatal de Nueva York en Stony Brook que no participó en el estudio. «El problema es que aprendemos de los fósiles comparándolos con otros. Cuando no existen otros cráneos de crías de mono del Mioceno con las que hacer esas comparaciones, tienes las manos atadas».

El cráneo, notablemente completo, fue descubierto en la Cuenca Turkana, al norte de Kenia hace 3 años. Cuando el sol se puso tras las colinas de Napudet, al oeste del lago Turkana, el paleontólogo de primates Isaiah Nengo del De Anza College en Cupertino, California, y su equipo, comenzaron a caminar de regreso a su jeep. El cazador de fósiles keniata John Ekusi se adelantó para fumar un cigarrillo. De repente, comenzó a dar vueltas en círculo. Cuando Nengo lo alcanzó, vio una cuenca ocular llena de tierra que lo miraba fijamente. «Ahí estaba este cráneo saliendo del suelo», recuerda Nengo. «Fue increíble porque habíamos estado yendo y viniendo por ese camino durante semanas y nunca nos habíamos percatado».

El equipo extrajo cuidadosamente el fósil de la tierra rocosa utilizando pequeñas pinzas dentales y pinceles. Nengo supo inmediatamente que era un cráneo de primate, pero que no podría conocer mucho más hasta que él y sus colegas realizaran un análisis más sofisticado.

En el Laboratorio de Gas Noble de la Universidad de Rutgers en New Brunswick, Nueva Jersey, los investigadores midieron los isótopos de argón (que se descomponen a una velocidad fija y predecible) dentro de la capa de roca del fósil, revelando que tenía unos 13 millones de años. En aquel entonces, el paisaje seco y rocoso de la actual cuenca Turkana era una exuberante selva tropical.

(Imagen ampliable) El cazador de fósiles keniata John Ekusi encontró el cráneo infantil que sobresale del terreno rocoso de la cuenca Turkana. Imagen: Isaiah Nengo, Foto de Christopher Kiarie

Aunque el fósil se parece un poco a un cráneo de gibón a primera vista, Nengo dice que su patrón dental y forma de dientes sugieren que sus parientes más cercanos son otros primates fósiles del mioceno del género Nyanzapithecus, también encontrados en Kenia. Sin embargo, sus molares son mucho más grandes que los de los Nyanzapithecus conocidos, lo que indica que se trata de una nueva especie. Los investigadores lo llamaron N. alesi, o Alesi para abreviar, extraído de la palabra Turkana para decir «antepasado».

Imágenes de rayos X extremadamente sensibles realizadas en el European Synchrotron Radiation Facility de Grenoble, Francia, permitieron al equipo contar líneas de crecimiento en los dientes, aún no desarrollados, del fósil como si fueran anillos de árbol, llegando a la conclusión de que Alesi tenía unos 485 días (o 1 año y 4 meses) Cuando murió. Las radiografías también revelaron la presencia de tubos auditivos óseos en el cráneo, que actúan como un órgano de equilibrio. Los primatólogos han debatido durante mucho tiempo si el género Nyanzapithecus pertenecía a la línea de los monos o los hominoideos, pero la presencia de estos tubos, junto con el tamaño y la forma de los dientes, indica sin lugar a dudas que Alesi (y por extensión el resto de nyanzapithecines) es un hominoideo, según explican los investigadores en la revista científica Nature. Además, afirman, los tubos de los oídos presentan una fuerte evidencia de que es un primo evolutivo de la línea ancestral de hominoideos de la cual derivan los humanos y los hominoideos actuales.

Esto podría ayudar a responder a una antigua pregunta sobre la evolución de los primates: ¿Evolucionó el ancestro común de los hominoideos actuales y los seres humanos en África o en Eurasia? Nengo dice que el nuevo hallazgo apoya un origen africano. «África ha estado actuando como una placa de Petri durante millones de años, realizando experimentos en la evolución», dice. «Los seres humanos y nuestros parientes cercanos hominoideos son sólo los últimos experimentos evolutivos que han salido de esa placa de Petri».

David Begun, antropólogo de la Universidad de Toronto en Canadá, no está convencido. Señala el hecho de que se han encontrado en Europa fósiles de homíninos (una tribu de primates hominoideos que forma parte de la familia Hominidae cuyos descendientes incluyen los simios africanos y los seres humanos) de hace 12,5 millones de años, pero no aparecen de manera concluyente en el registro fósil africano hasta hace 7 millones de años. Para él, eso sugiere que el antepasado común evolucionó en Europa antes de regresar a África. El descubrimiento de N. alesi no hace nada para cambiar eso. «Nyanzapithecus es un mono temprano», dice Begun. «Que sea la cosa más cercana que conocemos del último antepasado común… eso ya es cuestionable».

Artículo original publicado por Science. Revisado y traducido por ¡QFC!

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