El interior de esta enorme escultura de 40 x 50 x 5 centímetros se cargó con hasta 2,5 millones de voltios pasándolo primero a través de un haz de electrones de 5 megaelectronvoltios (MeV), dando muy cuidadosmente la vuelta a la muestra cargada, y luego pasándola por el haz de nuevo. El acelerador inyectó billones de electrones “de más” en el acrílico, creando así dos capas invisibles de intensa carga eléctrica. Cada capa de carga se encuentra un centímetro por debajo de las superficies principales. Una vez completamente cargada, el potencial de la carga interior es de aproximadamente 2,5 millones de voltios negativos con relación a las superficies exteriores de la muestra (cercanas al potencial de tierra).

(Imagen ampliable)

A continuación, la capa inferior cargada fue manualmente descargada con un ligero toque sobre la superficie del acrílico con una punta metálica conectada a tierra. Esto creó un pequeño defecto en el interior del acrílico que permitió que escapara la mayor parte de la carga atrapada, con un destello brillante y una fuerte explosión, en menos de 500 milmillonésimas de segundo. Debido a la gran cantidad de energía almacenada en el campo eléctrico interno, las muestras cargadas de este tamaño son tratados con el mayor de los respetos. Después de la descarga principal, que es básicamente un relámpago contenido, cientos de descargas secundarias destellean dentro de la muestra, conforme bolsas secundarias de carga residual por su lado centellean de camino a las vías de descarga recientemente creadas. La frecuencia de las descargas secundarias lentamente disminuye, pero algunas se han visto más de 30 minutos después de la descarga principal.

Este experimento es letal, advertimos. Los resultados, aun así, son obras de arte.

Puedes leer la traducción del vídeo más abajo.

El interior de este espécimen fue cargado eléctricamente usando un acelerador de haces de electrones de 5 millones de voltios. El golpeo con la herramienta puntiaguda genera un defecto en la superficie que provoca la descarga de la muestra. Con un destello luminoso y una explosión, las cargas atrapadas escapan en una potente descarga como un relámpago. Puedes ver el cable de tierra pinzado a la herramienta.

La descarga, de hecho, sale de la muestra (de las capas altamente cargadas interpuestas en el acrílico al suelo), de una manera similar a cuando una nube se descarga al suelo por medio de un relámpago durante una tormenta. Pequeñas bolsas de cargas residuales destellean de manera intermitente durante 30 minutos tras la descarga principal. Este espécimen acumuló más de 4.000 julios de energía electrostática con un potencial de carga del plano interno de 2,5 millones de voltios. La corriente de la descarga principal sobrepasó los 6.300 amperios

[una descarga letal para un ser humano sería de entre 0.1 y 0.2 amperios]. ¡Realmente un relámpago en miniatura!

Las más de 10.000 descargas vaporizan y fracturan al instante el acrílico cercano. ¡La potencia máxima de esta descarga eléctrica fue de 2,6 gigavatios! En menos de 500 milmillonésimas de segundo, las potentes descargas crean un fósil permanente de su desgarro bidimensional a su paso por el bloque. Las cadenas de tubos y fracturas en el interior del acrílico forman una «figura de Lichtenberg» moderna. Estas figuras reciben su nombre en honor al físico que las descubrió originalmente en el siglo XVIII.

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