Esta es la historia de Laura Kehoe, investigadora y PhD en conservación y usos del suelo salvaje por la Universidad Humboldt de Berlín, mientras estudiaba chimpancés en la república de Guinea.

Daba torpes zancadas a través de la densa maleza, tratando en vano de durar al menos cinco minutos sin terminar enredada en las zarzas que amenazaban cada uno de mis movimientos. Era mi primera misión sobre el terreno en las sabanas de la República de Guinea. El objetivo era registrar y comprender un grupo de chimpancés salvajes que nunca se había estudiado antes. Estos chimpancés no tienen la suerte de disfrutar de las comodidades de un área protegida, sino que se labran su existencia en los retazos de bosque existentes entre granjas y pueblos.

Hicimos una pausa en un claro en la selva. Dejé escapar un suspiro, aliviada de no ver espinas que parecieran estar al alcance, pero ¿por qué nos había dejado? Me abrí paso hacia el frente del grupo para preguntar al jefe del pueblo y nuestro legendario guía, Mamadou Alioh Bah. Me dijo que había encontrado algo interesante – unas señales inocuas en el tronco de un árbol. Algo que la mayoría de nosotros habría pasado inadvertido en el entorno complejo y desordenado de una sabana lo había detenido en seco. Algunos miembros de nuestro grupo de seis personas sugirieron que habían sido los jabalíes salvajes quienes habían provocado estas marcas al rascarse contra el tronco del árbol; otros sugirieron que se trataba de adolescentes jugando en los alrededores.

Pero Alioh tenía una corazonada – y cuando un hombre que puede encontrar un solo pelo de chimpancé caído en el suelo de un bosque y puede divisar chimpancés a kilómetros de distancia a simple vista mejor que uno mismo (con binoculares caros) tiene un presentimiento, ese presentimiento se escucha. Colocamos una cámara trampa con la esperanza de que quienquiera que hubiera producido estas marcas pudiera volver y hacerlo de nuevo, solo que esta vez quedaría todo filmado.

Una primicia mundial

Cámaras trampa empiezan a grabar automáticamente cuando se produce cualquier movimiento delante de ellas. Por esta razón, son la herramienta ideal para la grabación de fauna haciendo sus cosas sin perturbarlos. Tomé notas para volver al mismo lugar a las dos semanas (que es más o menos el tiempo que duran las baterías) y proseguimos, de vuelta a la jungla.

Cada vez que vuelves a una cámara trampa siempre hay una sensación de emoción en el aire por los misterios que pudiera contener – a pesar del hecho de que la mayoría de nuestros videos consistían de ramas meciéndose en las ventiscas o vacas de los agricultores pululando y lamiendo con entusiasmo la lente de la cámara, hay una expectativa incontrolable que tal vez algo sorprendente ha sido capturado.

Lo que vimos en esta cámara era estimulante – un gran chimpancé macho se acerca a nuestro árbol misterioso y se detiene por un segundo. A continuación, echa un vistazo rápido alrededor, agarra una roca enorme y la lanza con toda su fuerza contra el tronco.

Selección de comportamientos relacionados con el lanzamiento de piedras, desde la cuidada colocación de piedras en el interior de oquedades en los troncos hasta el total lanzamiento. Vídeo: Kühl et al (2016)

Nada parecido había sido visto antes y me puso la piel de gallina. Jane Goodall descubrió por primera vez chimpancés salvajes utilizando herramientas en la década de 1960. Los chimpancés usan ramitas, hojas, palos y algunos grupos incluso utilizan lanzas con el fin de conseguir comida. También han sido utilizadas piedras por los chimpancés para abrir nueces y despedazar frutas grandes. En ocasiones, los chimpancés arrojan piedras en alardes de fuerza para establecer su posición en una comunidad.

Pero lo que descubrimos durante nuestro, ahora publicado, estudio no fue un evento al azar y único, era un acto reiterado sin clara relación con la obtención de alimentos o estatus – podría ser un ritual. Realizamos búsquedas en la zona y encontramos muchos más lugares donde los árboles presentaban marcas similares y en muchos lugares se habían acumulado montones de roca en el interior de las oquedades de los troncos – que recuerdan a las pilas de roca que los arqueólogos han descubierto a lo largo de la historia humana.

Los vídeos continuaron llegando. Otros grupos que trabajaban en nuestro proyecto comenzaron a buscar los árboles con marcas reveladoras. Encontramos el mismo comportamiento misterioso en pequeñas áreas recónditas de Guinea Bissau, Liberia y Costa de Marfil, pero nada al Este de éstos lugares, a pesar de buscar a lo largo de todo su hábitat desde las costas occidentales de Guinea hasta Tanzania.

Árboles sagrados

Pasé muchos meses en el terreno, junto con muchos otros investigadores, tratando de averiguar lo que estos chimpancés estaban haciendo. Hasta ahora tenemos dos teorías principales. El comportamiento podría ser parte de una exhibición masculina, donde el estruendo de la piedra al golpear el árbol hueco se suma a la impresionante naturaleza de la exhibición. Esto podría ser especialmente probable en zonas donde no hay muchos árboles con raíces grandes donde los chimpancés normalmente baten sus poderosas manos y pies. Si algunos árboles producen un estruendo impresionante, esto podría sumarse o reemplazar el batir de los pies en un alarde y árboles con especialmente buena acústica podrían convertirse en lugares populares para visitas reiteradas.

Por otro lado, podría tratarse de algo más simbólico que eso – y más evocador de nuestro propio pasado. Marcar caminos y territorios con postes indicadores tales como pilas de rocas es un paso importante en la historia humana. Averiguar la posición que guardan los territorios de los chimpancés en relación con los lugares de lanzamiento de piedras nos puede dar información sobre si este es el caso.

Incluso más interesante que esto, tal vez hemos encontrado la primera evidencia de un santuario creado por los chimpancés, que podría indicar árboles sagrados. Las poblaciones indígenas de África Occidental coleccionan piedras en árboles «sagrados» y esas colecciones artificiales de piedras son observadas con frecuencia por todo el mundo y tienen una extraña similitud con lo que hemos descubierto aquí.

Lanzamiento de piedras – en el acto e in situ. Línea superior: adulto blandiendo, lanzando y golpeando una piedra. Fila inferior: piedras acumuladas en la oquedad de un árbol; un área de lanzamiento de piedras representativa, y piedras depositadas entre grandes raíces. Imagen: Kühl et al (2016)

Un mundo que se desvanece

Para desentrañar los misterios de nuestros parientes más cercanos, hay que hacer espacio para ellos en la naturaleza. Sólo en Costa de Marfil las poblaciones de chimpancés han disminuido en más del 90% en los últimos 17 años.

Una devastadora combinación del aumento de la población humana, la destrucción del hábitat, la caza furtiva y las enfermedades infecciosas han colocado a los chimpancés en grave peligro de extinción. Destacados científicos nos advierten que, si nada cambia, a los chimpancés y a otros grandes simios les quedan tan sólo 30 años en estado salvaje. En los bosques no protegidos de Guinea, donde hemos descubierto por primera vez este enigmático comportamiento, la rápida deforestación está dejando la zona prácticamente inhabitable para estos chimpancés que una vez vivieron y prosperaron allí. Permitir que los chimpancés en estado salvaje continúen esta espiral destructiva hacia la extinción no sólo será una pérdida crítica de la biodiversidad, sino también una trágica pérdida de nuestra propia herencia.

Puedes apoyar a los chimpancés con tu tiempo, convirtiéndote en científico civil y espiándoles en www.chimpanzee.org, y con tu cartera mediante la donación a la Fundación de Chimpancés Salvajes. Quién sabe cuál será el próximo descubrimiento que pueda cambiar para siempre nuestra comprensión de nuestros parientes más cercanos.

Este artículo fue publicado inicialmente, en inglés, en The Conversation.

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