A pesar de haberse publicado hace sólo unos días, el artículo científico que describe la bacteria Ideonella sakaiensis ya está generando opiniones dispares en la comunidad científica. Para unos éste resulta un descubrimiento tremendamente interesante ya que éstas pueden ser quizás sólo un ejemplo de este tipo de bacteria. Ahora que se ha sido descubierta y se comprende su funcionamiento, resultaría más sencillo descubrir nuevas especies que se alimenten igualmente de plásticos, y que quizás se nutran de otros tipos, ya que la I. sakaianesis se alimenta únicamente del conocido como PET. Para otros, este descubrimiento, si se administra mal, puede suponer el retraso en la adopción de medidas que prevengan la contaminación del medio ambiente con plástico, alegando la existencia de dichas bacterias como respuesta natural al problema.
Pero antes de indagar en estas cuestiones, comprendamos la noticia más a fondo.
¿Qué es el PET?
El PET son las siglas por las que se conoce el tereftalato de polietileno. Es, básicamente un tipo de plástico que se caracteriza por ser generalmente transparente, resistente y volverse fácilmente deformable a altas temperaturas. Dentro de la familia de los polímeros, que son grandes moléculas compuestas por unidades repetidas, el PET es el cuarto tipo de plástico más popular, superado por el polietileno (PE), el polipropileno (PP) y el PVC (policloruro de vinilo). Se utiliza tanto para envolver alimentos (se utilizan extensivamente en la producción de botellas, así como de continentes varios), como para proteger bienes (todos conocemos los envoltorios de plástico con burbujas que nos encanta explotar) como para manufacturar fibras (en cuyo caso se conoce como poliéster).
¿Qué problemas presenta el PET?
En realidad podría presentar menos problemas de los que se le achacan. El reciclaje de este tipo de plástico es relativamente fácil y generalmente cualquier planta de reciclaje de plástico está preparada para tratar el PET (cosa que no siempre sucede con otros tipos de plástico). No obstante, esto no siempre sucede, y aunque ahora se recicle mucho más PET que hace unos años (y aún así únicamente supone alrededor del 14% del total), existe en la naturaleza una ingente cantidad de este plástico que se arrojó en el pasado y que no llega a degradarse, al que se suma el que se arroja a diario.
La producción de plástico se ha multiplicado por 20 desde 1964, y en 2014 se alcanzó una producción de 311 millones de toneladas. Se espera que dicha producción se doble en los próximos 20 años, y que prácticamente se cuadruplique para 2050. De hecho, si hoy en día los plásticos suponen un consumo de alrededor del 5% del petróleo extraído, para 2050 esta proporción habrá aumentado a 20%. Finalmente, a pesar de los esfuerzos realizados, únicamente se recicla un 5% de la totalidad, mientras que un 40% termina en vertederos y un 30% en los océanos. Si no se hace nada al respecto, como hemos apuntado varias veces en ¡QFC!, para 2050 pesará más el plástico de los océanos que la totalidad de peces que lo habitan.
¿Qué supone el descubrimiento de I. sakaianesis?
Lo que hizo el equipo japonés liderado por Shosuke Yoshida y publicado en la revista Science fue tomar hasta 250 muestras contaminadas con PET, como sedimentos, tierra y aguas residuales de plantas de reciclaje de plástico. Tras analizar los microbios existentes en dichas muestras, identificaron aquellos que parecía que se alimentaban de una fina película de PET y los estudiaron hasta concluir que el único ser vivo que se alimentaba de este tipo de plástico era una bacteria que llamaron Ideonella sakainesis.
Un examen de estas bacterias reveló que utilizan dos tipos de enzimas para metabolizar el PET. Primero, tras adherirse a la película de PET, segregan un tipo de enzima con el que generan un tipo de componente químico intermedio. Seguidamente dicho componente químico es absorbido por la bacteria, y en su interior una segunda enzima lo metaboliza, proporcionándole carbono y energía para crecer.
Los investigadores han calculado que una comunidad de I. sakaianesis puede ser capaz de procesar una fina película de PET a lo largo de 6 semanas a una temperatura de 30 grados.
Desafortunadamente, ni la naturaleza ofrece hábitats extensos donde se registre una temperatura constante de 30 grados, ni se puede esperar 6 semanas para procesar cantidades minúsculas de plástico cuando se siguen vertiendo al océano diariamente el equivalente a la carga de un camión de mercancías.
No obstante, como sucede con muchos de los nuevos procesos que se descubren, no se trata de sustituir las plantas de procesado y reciclaje por plantas donde se cultiven bacterias, ni mucho menos se trata de prescindir de ellas.
Este descubrimiento tiene dos aplicaciones fundamentales. La primera, es contar con una nueva manera de procesar aquellos plásticos que se encuentran en la naturaleza, y utilizar esta bacteria como un instrumento extra en la caja de herramientas y utilizarlo en conjunción con los demás. La segunda es que, con este descubrimiento, bien podrían este tipo de procesos biológicos estar mucho más extendidos de lo que creíamos hasta ahora. Como explica Mincer, de la Institución Oceanográfica Woods Hole en Massachusetts, con el descubrimiento de I. sakaianesis, “ahora que sabemos qué estamos buscando, puede que comencemos a encontrar muchos más de estos microbios alrededor del mundo.”