Cuando piensas en un corazón roto, probablemente imagines algo salido de una película romántica o el típico corazón de dibujos animados, agrietado como una frágil pieza de porcelana. De hecho, el llamado «síndrome del corazón roto» ha logrado obtener un prominente lugar en la cultura popular, y se ha utilizado de manera elocuente en películas como El diario de Noa (o Diario de una Pasión). Sin embargo, aunque ciertamente se puede sentir el «desamor» durante períodos de agitación emocional, ¿es posible realmente morir de corazón roto?
La respuesta nunca va a ser simple, así que primero debemos comenzar con un poco de ciencia. En las dos últimas décadas, la fibrilación auricular (FA), una forma de latido irregular del corazón, se ha convertido en uno de los problemas más importantes de salud pública y una causa importante de aumento de los costes sanitarios en los países occidentales.
Las personas con FA tienen hasta cinco veces y dos veces más riesgo de accidente cerebrovascular y muerte, respectivamente. Se estima que para 2030 habrá en Europa entre 14 y 17 millones de pacientes con FA; con entre 120,000 y 215,000 nuevos casos diagnosticados cada año. En Estados Unidos, se estima que la prevalencia de la FA aumentará de 5,2 millones en 2010 a 12,1 millones de casos en 2030.
La causa exacta de la FA sigue sin conocerse y es probable que implique múltiples componentes tales como factores genéticos y ambientales. La fibrilación auricular es una condición progresiva, en la cual la arritmia comienza con un «ataque repentino,» evolucionando de «persistente» al conocido como «permanente» FA. Estos pasos pueden tardar muchos años en desarrollarse, pero un elemento esencial en esta progresión son los llamados «desencadenantes,» que pueden variar desde la enfermedad y la fatiga, hasta síntomas causados por el alcohol, la cafeína y el estrés emocional.
Duelo y “desamor”
Pero, ¿qué tiene esto que ver con un corazón roto? Pues bien, parece que los dos están vinculados. En un reciente artículo publicado en la revista online Open Heart, un equipo de investigación danesa con sede en la Universidad de Aarhus presentó hallazgos que mostraban que la muerte de la pareja está vinculada a un mayor riesgo de desarrollar FA hasta un año después del duelo.
Este estudio retrospectivo examinó los registros hospitalarios de 88,612 personas en Dinamarca (19,72% de los cuales habían perdido a su pareja) e identificó aquellas personas que habían sido diagnosticadas con FA por primera vez entre 1995 y 2014. Para completar la comparación, el equipo también seleccionó al azar un grupo de control (sin FA) de 886,120 personas (19,07% de los cuales habían perdido a su pareja) que hicieron corresponder con las del grupo de FA en edad y género. Otros factores que fueron tenidos en cuenta incluyeron el estado civil y el nivel de educación, y si los sujetos sufrían de enfermedades cardiovasculares, diabetes o estaban tomando medicación para enfermedades cardiovasculares.
El estudio reveló que los individuos cuyo compañero/a o cónyuge había fallecido tenían un mayor riesgo de contraer FA en los 30 días posteriores al duelo; un riesgo estimado en un 41% superior a la media.
El riesgo era más alto de 8 a 14 días tras de la pérdida (un 90% superior a la media) y disminuía gradualmente hasta un nivel cercano al resto de la población (que no se encontraba en duelo) después de un año. Este riesgo era mayor para personas menores de 60 años y entre aquellas para quienes la muerte había llegado de manera inesperada. Curiosamente, para aquellas muertes que se había producido por problemas de salud, no se registró un aumento en el riesgo de FA en las parejas tras la pérdida.
Los principales puntos fuertes de este estudio son el tamaño de la muestra y el diseño basado en la población, pero es un estudio observacional y no pueden probar la causa o el efecto. Otros factores contribuyentes, como el estilo de vida o antecedentes familiares de AF podrían haber afectado a los resultados, han reconocido los autores.
Lo que habría proporcionado una visión más clara de este estudio es el control de biomarcadores sanguíneos (que indican el daño del corazón) u hormonas del estrés (como la adrenalina) durante el ingreso hospitalario, o la existencia de otros problemas cardíacos más graves, como la insuficiencia cardíaca, lo que habría sido detectable con el uso de la ecocardiografía.
Los orígenes de un corazón roto
Los hallazgos científicos acumulados durante los últimos 25 años parecen apoyar la idea de que un corazón roto en la vida real puede conducir a problemas cardiacos posteriores. El ”síndrome del corazón roto,» también conocido como cardiomiopatía inducida por el estrés o miocardiopatía de Takotsubo, fue descrito por primera vez en 1990 en Japón y recientemente ha sido reconocido a nivel mundial como una condición médica real.
Cabe señalar aquí que, sin ecocardiografía, marcadores de la sangre y otras pruebas, no podemos decir con seguridad si los de la cohorte danesa publicada tenían «síndrome del corazón roto» o no. Sin embargo, más o menos de acuerdo con las condiciones descritas en el estudio danés, la cardiomiopatía de Takotsubo empieza de forma abrupta e impredecible (incluso en individuos sanos). Los síntomas incluyen dolor en el pecho, a menudo con falta de aire, y un electrocardiograma anormal, que se asemeja a un ataque al corazón, pero es notable por la ausencia de vasos sanguíneos bloqueados.
De hecho, el síndrome de Takotsubo representa aproximadamente del 2 al 5% de los casos de ataques cardíacos observados por los médicos, con una predilección mayor para las mujeres mayores de 50 años de edad (sólo el 10% en los hombres). La importancia de la miocardiopatía de Takotsubo se refleja en el hecho de que hay un registro internacional para este trastorno.
Lo interesante es que la miocardiopatía de Takotsubo generalmente se desencadena por un evento estresante emocional o físico, como el duelo, una cirugía mayor o estar involucrado en un desastre, como un terremoto. Los mecanismos exactos que conducen a la miocardiopatía de Takotsubo son desconocidos pero algunas evidencias sugieren que la liberación excesiva de hormonas del estrés, como la adrenalina, actúan como un detonante durante las primeras apariciones del síndrome,que provocan el debilitamiento del músculo cardíaco.
De hecho, las emociones fuertes no tienen por qué ser negativas; el «síndrome del corazón feliz» es iniciado por acontecimientos felices, como el nacimiento de nietos o un cumpleaños, y representa un 1,1% de los casos de síndrome del corazón roto.
Los efectos a largo plazo de la miocardiopatía de Takotsubo no están claros, pero parecen ser temporales y reversibles. Sin embargo, lo cierto es que nos pueden romper nuestros corazones y, en algunos casos, esto puede ser realmente muy peligroso.
Artículo original publicado en The Conversation.