Ha vuelto a suceder. Si en febrero ya nos lamentábamos de haber batido un récord de temperaturas infame que se venía ya dando con anterioridad, marzo ha continuado en esta línea y se ha situado como el undécimo mes consecutivo en enviarnos un mensaje que no podemos ignorar.
Los registros, que comenzaron allá por 1880 y cuya información hoy en día es recopilada principalmente por la NASA (Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio) a través de la NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica) y la JMA (Agencia Meteorológica de Japón), muestran una clara desviación de los niveles considerados “normales.”
¿Y cuáles son los niveles considerados normales?
En el caso de la NASA, sería la temperatura media entre 1951 y 1980, mientras que en el caso de la JMA sería la temperatura media entre 1981 y 2010.
La intuición nos dice que, ya que el cambio climático inducido era evidente en la década de los 80 y no hizo sino acentuarse en los años siguientes, las observaciones de las desviaciones en temperatura de la JMA serán ligeramente más modestas que las de la NASA. En este caso, la JMA ha registrado una desviación de 1,07 grados mientras que la NASA ha registrado una de 1,65 grados.
Independientemente de la base elegida como referencia, ambas agencias coinciden en señalar la obvia tendencia al alza registrada en los últimos años, hecha si cabe más notable en los últimos meses.
¿Es todo culpa del niño?
Un comentario que se escucha de manera muy común es que las anomalías observadas son una consecuencia directa del fenómeno conocido como el niño, que además este año ha tenido una fuerza considerable.
Pero no, esto no es así. Se estima que el efecto del niño añade a las temperaturas registradas alrededor de 0,1 grados. Con o sin el niño, el récord de anomalía en las temperaturas se habría batido igualmente.
Pero los científicos no se ponen de acuerdo sobre la causa del cambio climático, ¿no?
Lo cierto es que más del 97% de los científicos admite que la actividad humana es la responsable del cambio climático. Este fue el resultado de un estudio publicado en IOP Science en 2016 en que analizaron un total de 11.944 artículos científicos de los cuales 4.014 se posicionaban a favor o en contra del cambio climático.
Después de todo, es gracias a esta actividad que se están liberando a la atmósfera 40 mil millones de toneladas de dióxido de carbono al año, además de la contaminación del agua, de la tierra, la deforestación, la destrucción de ecosistemas y la extinción de fauna que ayuda a regular los mismos.
Hace tiempo nos preguntábamos si las charlas de París se veían cerca de perder su sentido, dado lo cerca que nos encontramos de sobrepasar el arbitrario nivel de los 2.0 grados centígrados. El miedo de no ser capaces de mantener las temperaturas globales por debajo de este nivel es generalizado, y estos resultados muestran lo difícil que puede resultar mantener el objetivo firmado.
Es necesario trabajar para sentar las bases que estimulen el paso a un mundo sin combustibles fósiles. Esto no es ninguna quimera. La tecnología ya existe, la grandísima mayoría de la población lo apoya, ya existen infinidad de empresas dedicadas a tecnologías limpias y tenemos una idea bastante precisa de lo que podría ocurrir de no hacerlo. Ahora, la clase política se debe comprometer a un futuro a largo plazo, que vaya más allá de las próximas elecciones, que garantice la emergencia de una nueva industria y debe dejar de apoyar monetaria, fiscal, legal y personalmente a empresas que luchan por perpetuar el presente status quo.
El mundo está listo para el siguiente paso.