Es fácil acatar una ley cuando no se tienen los medios para infringirla. Durante décadas, muchos países han permitido el estudio en laboratorio de embriones humanos sólo hasta 14 días después de su creación a través de la fecundación in vitro. Pero, que sepamos, ningún investigador ha llegado si quiera a aproximarse a ese límite. El momento de la implantación, que es cuando el embrión se adhiere al útero aproximadamente 7 días después de la fecundación, ha sido una barrera casi infranqueable en la investigación del cultivo de embriones humanos.

Ahora, dos equipos han informado simultáneamente que han conseguido cultivar embriones humanos alrededor de una semana más allá de ese punto. Además de abrir una nueva ventana en la biología humana, ese trabajo podría ayudar a explicar la causa de abortos prematuros involuntarios provocados por fallos en la implantación. Como resultado de ello, algunos científicos y expertos en bioética creen que es el momento de revisar la llamada “ley de los 14 días”. Por supuesto, esta sugerencia no será bien recibida por aquellas personas que defienden un sólido fundamento moral de la ley, o por aquellos que se oponen a cualquier investigación con embriones humanos.

«Hemos llegado a este punto antes de lo que pensábamos», dice Insoo Hyun, bioético en la Escuela de Medicina de la Universidad Case Western Reserve en Cleveland, Ohio, Estados Unidos, y coautor de un comentario en Nature publicado en mayo en que aboga por la revisión de la ley de los 14 días. Hace unos 4 años, un grupo liderado por Magdalena Zernicka-Goetz, una bióloga evolutiva de la Universidad de Cambridge en el Reino Unido, informó por primera vez del cultivo de embriones de ratón más allá de la fase de implantación, y sus métodos no han hecho sino mejorar desde entonces.

Los últimos avances también implican a embriones humanos. El equipo de Zernicka-Goetz y un grupo colaborador dirigido por Ali Brivanlou, un biólogo de células madre en la Universidad Rockefeller en Nueva York, Estados Unidos, han informado esta semana en Nature y en Nature Cell Biology acerca de sus experimentos en que sustrajeron las membranas externas de cada embrión y crecieron los embriones en dos tipos diferentes de cultivo, de los cuales el primero contenía suero fetal bovino. De esta forma, se permitió «implantar» los embriones sobre un sustrato de plástico transparente que permitió a los investigadores fotografiar el desarrollo.

Tras una implantación normal, parte de un embrión de mamífero se reorganiza en lo que se convertirá en la placenta y el saco vitelino. Esta es también la etapa en la que se originan muchos defectos en el desarrollo. Los embriones humanos cultivadas en laboratorio alcanzaron todas las etapas que se esperan de uno implantado en un útero. Desarrollaron la forma adecuada y generaron diversos tipos de células, a pesar de carecer de la estructura y la nutrición que los tejidos maternos suministrarían normalmente. En palabras del investigador de células madre de la Universidad de Harvard, George Daley, «por decirlo de alguna manera, el embrión se encuentra en piloto automático».

Los equipos suspendieron sus estudios cuando los embriones habían alcanzado 14 o 13 días de fertilización, según requieren las leyes del Reino Unido y sugieren varias directrices estadounidenses. Pero eso fue suficiente tiempo para darse cuenta de lo imperfectos que son los embriones de ratón como modelos de los humanos. Por ejemplo, las células que se desarrollan en el feto y el saco vitelino divergen más tarde en embriones humanos. «Hay que estudiar el embrión humano para entender el embrión humano», explica Zernicka-Goetz.

Acuerdo internacional: Doce países (en azul oscuro) poseen leyes que restringen la investigación in vitro con embriones humanos a los primeros 14 días de desarrollo. En otros cinco (en azul claro), directrices específicas implantadas por el estado concretan la ley de los 14 días. Las directrices publicadas para la comunidad global de investigadores por la Sociedad Internacional para la Investigación con Células Madre también contempla la ley de los 14 días. [Texto en mapa: Suiza restringe los cultivos de embriones a 7 días]. Imagen: Nature

La ley de los 14 días evita que los investigadores exploren las características únicas de los embriones humanos en etapas posteriores de su desarrollo. No obstante, la ley también jugó un papel crucial en hacer del estudio de embriones en laboratorio una práctica aceptable en el primer lugar. Propuesto en 1979 por lo que luego sería el Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU., se encuentra reflejada en la ley de 12 países (entre los que se encuentra España) y en varias directrices en otros cinco. La ley está vinculada al tiempo en el que los embriones humanos desarrollan la «línea primitiva», un grupo de células fácilmente identificable que aparece cuando los embriones ya no permiten la fusión ni la división. Ese momento, a ojos de algunos expertos en bioética religiosa, representa el umbral en el que un embrión se convierte en un ser humano distintivo.

Ahora que los métodos de cultivo, finalmente, se han topado directamente con los devenires éticos de la ley de los 14 días, Hyun argumenta que es el momento de reabrir la conversación sobre si existe necesidad científica, al igual que mayor consenso, para ampliar el periodo de tiempo que pueden ser cultivadas embriones humanos en el laboratorio. La ley de los 14 días fue concebida como una herramienta legislativa para permitir la investigación, dice. «No debería [apresurarse uno] en pensarlo como un pronunciamiento moral fuerte»  (o sea, como un dogma).

Otros están en desacuerdo. «Por supuesto las leyes siempre pueden volver a examinarse», dice Marcy Darnovsky, directora ejecutiva del Centro de Genética y Sociedad, una organización de defensa en Berkeley, California, Estados Unidos, que ha sido crítica con la investigación y la modificación de embriones humanos. “Pero fue en gran medida concebida con la intención de ser una norma rígida». Y otros piensan que la ley de los 14 días nunca debería haber sido promulgada en absoluto, como el reverendo Tadeusz Pacholczyk, director de educación en el Centro Nacional Católico de Bioética en Philadelphia, Pennsylvania, Estados Unidos, quien culpa a la ley de ser una forma de «hablar de boquilla sobre a la condición moral del embrión humano».

Mediante el cultivo de embriones humanos más allá de 14 días, comenta Daley, los investigadores podrían abordar «cuestiones profundamente persuasivas» como por ejemplo, cómo surge el sistema nervioso. Pero tanto él como otros que creen que puede ser valioso reconsiderar el umbral de los 14 días, enfatizan que cualquier alteración requerirá de una amplia discusión con los legisladores y el público en general. «[Esta ley] fue una vez derivada y construida sobre la confianza y el diálogo público», dice Hyun. «Si vislumbras en lo más mínimo la posibilidad de cambiarlo, es necesario involucrar a un amplio grupo de personas interesadas».

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