Es una de las criaturas más repudiadas del verano. Zumbando a lo ancho y largo de cervecerías al aire libre, atacando inocentes picnics, las avispas llegan ominosamente con un aguijón en sus colas. Universalmente odiadas, las avispas son azotadas, atrapadas y maldecidas. Pero, ¿sería un mundo libre de avispas realmente un lugar mejor?

A pesar de su mala imagen pública, las avispas son increíblemente importantes para la economía y los ecosistemas del mundo. Sin ellas, el planeta estaría sumido en plagas de proporciones bíblicas, y sufriría una gran reducción de la biodiversidad. Son un activo natural para un mundo dominado por los seres humanos, que nos proporciona servicios gratuitos que contribuyen a nuestra economía, a la sociedad y a la ecología.

Las avispas, como sabemos, aparecen por todas partes. Se han identificado más de 110.000 especies, y se estima que hay todavía haya otras 100.000 en espera de ser descubiertas. Un estudio reciente describió 186 nuevas especies de avispas sólo en un pequeño rincón de la selva tropical de Costa Rica. Por el contrario únicamente existen alrededor de 5.400 especies de mamíferos y se han registrado 14.000 especies de hormiga.

Este enorme y diverso conjunto pertenece al orden de los himenópteros y se divide en dos grupos, las Parasitoides y las Aculeadas. Casi 80.000 especies de avispas pertenecen al grupo Parasitoide, que ponen sus huevos en o sobre sus presas o plantas usando órganos tubulares alargados llamados ovipositores. Las 33.000 especies restantes son Aculeadas, la mayoría de las cuales son depredadoras, y son aquellas cuyos ovipositores se han modificado a través de la evolución para producir picaduras.

Tanto las avispas parásitas como las depredadoras tienen un enorme impacto en la abundancia de artrópodos, que es el mayor filo en el reino animal; incluye arañas, ácaros, insectos y ciempiés. Se encuentran en la cima de la cadena alimentaria de los invertebrados. A través de la regulación de las poblaciones de artrópodos tanto carnívoros como herbívoros, las avispas protegen a las especies inferiores de invertebrados y plantas. Esta regulación de las poblaciones es sin duda su papel más importante, tanto en el ámbito ecológico como económico.

(Imagen ampliable) Control de plagas. Imagen: Shutterstock

Aunque la mayoría de las avispas llevan vidas solitarias, son los más o menos 1.000 especies de avispas sociales las que han resultado ser más famosas en las poblaciones de insectos. Las reinas de las avispas sociales comparten sus nidos con miles de trabajadoras descendientes, que crían a más de 10.000 larvas hermanas durante el ciclo de una colonia. Esto significa que un solo nido ofrece un aporte a la rentabilidad inestimable en términos de servicios a los ecosistemas, matando a un gran número de arañas, milpiés y a insectos devoradores de cultivos.

Muchas avispas sociales son depredadores generalistas también, lo que significa que controlan poblaciones de una amplia gama de especies, pero rara vez elimina por completo a una sola especie. Esto las hace extremadamente útiles, minimizando la necesidad de pesticidas tóxicos, pero asimismo prácticamente incapaz de amenazar la biodiversidad de las presas. Aún no es posible cuantificar con precisión su gran valor económico en este sentido, pero dada su dieta de bichos causantes de plagas agrícolas como las orugas, los pulgones y las moscas blancas, realizan una gran contribución a la seguridad alimentaria mundial.

Las avispas también juegan un papel crucial en los ecosistemas como polinizadores especializados. La relación entre los higos y las avispas de los higos es posiblemente la simbiosis en la polinización más interdependientes conocida por el hombre. Sin ambos partes, ni la higuera ni avispa de los higos podrían completar su ciclo de vida: un ejemplo clásico de coevolución que se estima que ha estado en curso desde hace por lo menos 60 millones de años. Los higos son especies clave en las regiones tropicales de todo el mundo: su fruto supone la base de la dieta de al menos 1.274 mamíferos y aves. La extinción de las avispas, por lo tanto, sería catastrófica para los ecosistemas tropicales.

Los pájaros y las abejas… y la avispa

Casi 100 especies de orquídeas dependen exclusivamente de la acción de las avispas para la polinización. Las plantas imitan la apariencia y el perfil químico de las avispas hembras, engañando a los machos para que intenten aparearse con ellas, haciendo que conforme las avispas macho intentan copular con las flores se impregnen con el polen que luego se transfiere a la siguiente orquídea macho-seductora. Sin la avispa, estas orquídeas se habrían extinguido.

Las avispas también funcionan como polinizadores generalistas, transfiriendo polen sin darse cuenta entre las flores que visitan para la recolección del néctar. Un tipo de avispa incluso provee a sus larvas de polen en lugar de presas de insecto. Se considera que estos «avispas del polen» realizan las mismas funciones ecológicas que las abejas, polinizando una gran variedad de plantas.

(Imagen ampliable) Avispa obrera. Imagen: Shutterstock

Por desgracia, mientras que las abejas se llevan el mérito de contribuir a la economía mundial con al menos 100 mil millones de euros anuales a través de sus actos de polinización, el aporte de las avispas al mismo sector a menudo se pasa por alto.

Incluso la picadura de las avispas podría tener un impacto positivo en la población humana. Los investigadores médicos están explorando el uso potencial de las moléculas biológicamente activas que se encuentran en el veneno de avispa para crear terapias para el cáncer. Se ha demostrado que un químico que se encuentra en el veneno de la avispa tropical social Polybia Paulista, destruye selectivamente varios tipos de células cancerosas.

Ya que protegen nuestros cultivos, hacen que los ecosistemas prosperan, dan sustento a frutas y flores, y podrían ayudar a combatir enfermedades, tal vez deberíamos apreciar la maravillosa obra de las avispas antes de propinarles el próximo golpe con un periódico enrollado. Puede que sean una molestia en una tarde soleada, pero un mundo sin avispas sería un desastre ecológico y económico.

Artículo publicado originalmente en The Conversation.

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