Más de 40 millones de personas en todo el mundo son ciegas, y muchas de ellas alcanzan esta condición tras largos años de degeneración retiniana lenta y progresiva. El desarrollo de prótesis sofisticadas o nuevos elementos sensibles a la luz, con el objetivo de reemplazar la función retiniana interrumpida y enviar las señales visuales restauradas al cerebro, ha proporcionado una nueva esperanza. Sin embargo, todavía se conoce muy poco sobre si el cerebro de las personas ciegas mantiene una capacidad residual para procesar los estímulos visuales, ya sean restaurados o artificiales.

Un nuevo estudio publicado en la revista PLOS Biology por Elisa Castaldi y Maria Concetta Morrone de la Universidad de Pisa, en Italia, y sus colegas investiga la capacidad del cerebro para procesar la información visual después de muchos años de ceguera total a causa de la Retinitis Pigmentosa, una enfermedad hereditaria de la retina que gradualmente conduce a la ceguera completa.

(Imagen ampliable) (A) Fondo de los ojos de los siete pacientes implantados con la Prótesis Retina Argus II tomada poco después de la cirugía y (B) en el momento del seguimiento más reciente. El fondo de S7 se tomó justo antes de las revisiones quirúrgicas que solucionaron el evento adverso. RE – Ojo derecho; LE – Ojo izquierdo. Imagen: Castaldi E, Cicchini GM, Cinelli L, Biagi L, Rizzo S, Morrone MC (2016).; Creative Commons Attribution License

El equipo evaluó las respuestas perceptivas y cerebrales que mostró un grupo de pacientes antes y después de la implantación de un implante protésico que detecta señales visuales y las transmite al cerebro mediante la estimulación de los axones de las células ganglionares de la retina. Utilizando imágenes de resonancia magnética funcional, los investigadores descubrieron que los pacientes aprendían a reconocer estímulos visuales inusuales, como destellos de luz, y que esta capacidad se correlacionaba con una mayor actividad cerebral.

Sin embargo, este cambio en la actividad cerebral, observado tanto a nivel talámico como cortical, requirió de un entrenamiento extensivo durante un largo período de tiempo para establecerse: cuanto más practicaba el paciente, más respondía su cerebro a los estímulos visuales y mejor percibía los estímulos visuales con el implante. En otras palabras, el cerebro necesita aprender a ver de nuevo.

Los resultados son importantes ya que muestran que después de la implantación de un dispositivo protésico el cerebro experimenta cambios en su plasticidad para volver a aprender cómo hacer uso de nuevas señales visuales artificiales y probablemente anormales. Demuestran una plasticidad residual de los circuitos sensoriales del cerebro adulto después de muchos años de privación, que pueden ser aprovechados en el desarrollo de nuevos implantes protésicos.

Artículo publicado originalmente por la revista PLOS, editado y traducido por ¡QFC!

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