Una persona que creció en Perú en los años setenta y ochenta probablemente no comió anchoveta, la especie local de anchoas. Este pescado apestoso y aceitoso era un alimento apto sólo para los animales o las personas extremadamente pobres. Puede que la pesquería de anchoveta haya sido (y sigue siendo, en muchos aspectos) la más grande del mundo, pero no se dedicaba a poner comida sobre la mesa.
Durante miles de años, sin embargo, la anchoveta alimentó al pueblo peruano. Fue sólo cuando comenzó la flota pesquera industrial en la década de 1950 (una que convertía la mayor parte de su captura en harina de pescado para alimentar a otros animales) que la gente perdió interés en el pescado.
De hecho, de alrededor de 20 millones de toneladas métricas de pescado capturado anualmente en todo el mundo para usos distintos a la alimentación, el 90 por ciento son peces perfectamente comestibles, como sardinas, anchoas y arenques, según un nuevo estudio publicado en Fish and Fisheries (Pescado y Pesquerías).
«Históricamente, estos pescados se destinaban para el consumo humano», pero en algún momento, como sucedió con la anchoveta, ganaron una reputación de «basura», señala Tim Cashion, autor principal del estudio.
Cashion, investigador del proyecto Sea Around Us del Instituto para el Océano y las Pesquerías de la Universidad de Columbia Británica en Canadá, junto con sus colegas, ha estado recolectando datos para esclarecer el impacto de la pesca en los ecosistemas marinos. Cashion pasó un año registrando las capturas pesqueras en todo el mundo, de 1950 a 2010, averiguando quién capturó qué especie y dónde fue el pescado después de que fue sacado del mar.
Alrededor del 27 por ciento de los peces de mar capturados se convirtieron en harina de pescado o aceite de pescado. Esos productos se utilizaron para alimentar peces de piscifactorías o se utilizaban en la agricultura, con fines como puede ser la alimentación de cerdos y pollos. Cashion y sus colegas informaron en Fish and Fisheries que la mayoría de las especies de peces eran bien de calidad alimentaria (utilizadas como alimento en algún lugar del mundo) o de primera calidad alimentaria (ampliamente aceptadas como alimento en todas partes).
«Podría hacerse un mejor uso de esta pesca», dice Cashion. En lugar de alimentar los peces con otros peces, los peces podrían alimentar personas, especialmente a aquellas que no tienen acceso a fuentes de alta calidad de proteínas.
Pero la razón por la que eso no sucede es por la combinación de la economía y las regulaciones. En muchos lugares, y para muchos peces, un pescador puede obtener más dinero de su captura si lo vende para producir harina de pescado que si lo vende a los lugareños como comida. Y en el caso de Perú, esos incentivos económicos se han combinado con una ley de 1992 y otras regulaciones más recientes dirigidas a mantener la anchoveta fuera de los platos locales, a pesar de la creciente demanda provocada por los esfuerzos para revertir la mala reputación del pescado (que incluyeron segmentos en un programa popular de comida de televisión).
Por ley, la flota pesquera industrial en Perú sólo puede vender anchoveta para producir harina de pescado. Sólo las flotas artesanales más pequeñas pueden capturar anchoveta para el consumo de la población y no pueden legalmente vender su captura para producir harina de pescado, aunque el precio más alto que ofrece la harina de pescado implica que muchos lo hagan. Como resultado, la cantidad de anchoveta consumida por la gente en Perú se redujo en más de la mitad entre 2011 y 2014, a pesar de que, en realidad, más personas quieren comer el pescado.
Aun así, un cambio en la manera en que es tratada la anchoveta podría satisfacer la necesidad de alimentar a la población peruana y abastecer a la industria de harina de pescado, según señalaron Santiago de la Puente [no es una errata] y otros investigadores del Instituto para los Océanos y Pesquerías en Fish and Fisheries. Una tonelada de anchoveta capturada para el enlatado produce 150 kilogramos de pescado en la lata y 600 kilogramos de cabezas, tripas y otros trozos que son perfectos para la harina de pescado. Si todas las anchovetas fueran enviadas a la industria conservera, los investigadores calculan un beneficio neto anual de 40.000 empleos, 351 millones de dólares (331 millones de euros) en ingresos adicionales y 40 kilogramos de pescado rico en nutrientes para cada habitante de Perú.
Artículo original publicado por Science News. Revisado y traducido por ¡QFC!