En el reino animal, para muchos machos el sexo es una cosa de una sola vez, dejando a las hembras con esperma rebosante de ADN y poco más. Pero de acuerdo con un nuevo artículo publicado en Trends in Ecology and Evolution, estos breves encuentros pueden ayudar a proveer a las hembras con recursos beneficiosos. Una eyaculación, incluso en cantidades mínimas, también contiene proteínas y moléculas potencialmente útiles, y algunas hembras pueden haber desarrollado maneras de explotar estos recursos.

El ave de emparrado ofrece uno de los más vistosos rituales para atraer a la hembra, colocando minuciosa y sistemáticamente objetos enfrente de una choza construida únicamente con motivos reproductores. Imagen: Canned Yams

Estudios recientes han descubierto que el líquido seminal (la parte líquida de semen sin contener esperma) puede afectar a las hembras y sus crías independientemente de la fertilización. El líquido seminal, repleto de proteínas, azúcares, sales y ARN, podría ser una poco explorada ventaja del sexo, especialmente para las especies que carecen obvias «ofrendas nupciales» como nutrientes o compuestos defensivos. En gusanos redondos (nematodos) y ratones, estos ARN paternos parecen jugar un papel en el desarrollo del embrión, aunque cuál es exactamente el efecto que tienen estas moléculas es en gran parte desconocido.

Hace un par de años, Russell Bonduriansky de la Universidad de Nueva Gales del Sur y su equipo examinaron las crías de moscas hembra (Telostylinus angusticollis) que se habían apareado con varios machos de diferentes tamaños. Se vio que si se había apareado con un macho con anterioridad a su período fértil, los huevos inmaduros no llegarían a fertilizarse – a pesar de haber sido transferido el esperma. Pero al aparearse con un segundo macho dos semanas más tarde, cuando sus huevos eran maduros, su esperma llegaría a fertilizar los huevos – sin embargo, el tamaño de la descendencia sería más cercano al de la primera pareja masculina. Los productos químicos en el líquido seminal del primer macho parecen tener efectos prolongados, incluso si él no es el padre.

Dos moscas se aresean sobre una hoja. Imagen: Alex Wild

El equipo llegó a la conclusión de que si el líquido seminal – independientemente de la paternidad real – jugó un papel importante en el desarrollo de las crías, entonces las hembras deberían haber evolucionado maneras de extraer este beneficioso producto de los machos. «Las hembras pueden ser exigentes, incluso cuando no tienen los huevos listos para ser fertilizados,» explicó Bonduriansky en un comunicado. «Podrían estar recibiendo algo para las futuras crías que serán fertilizadas más adelante, o podrían estar recibiendo algo para ellas mismas.»

Se sabe que algunas hembras almacenan el semen de varios machos, y este sistema pueden tener más ventajas que simplemente permitirle esperar la llegada de mejores genes. El equipo ha predicho que – en ausencia de almacenamiento de esperma a largo plazo y dada la prioridad del esperma procedente del primer macho – la selección favorecerá las hembras que prefieren los machos con un beneficioso líquido seminal cuando la fertilización es poco probable. Es posible que las hembras puedan ser capaces de evaluar la calidad del líquido seminal antes del apareamiento si las señales de condición masculina (como rasgos de un cortejo) están vinculados de alguna manera con la calidad del líquido seminal, añadió Bonduriansky.

Una vez que los huevos están listos para ser fecundados, las hembras pueden adaptar sus preferencias por aquellos machos que además proporcionen beneficios en su esperma – como genes buenos y compatibles. Esto podría explicar por qué las hembras de algunas especies eligen sus compañeros y copulan antes de su madurez sexual o fuera de su período fértil. Sin embargo, si ese es el caso, aquel primer varón que no haya logrado engendrar descendencia puede haber perdido su inversión – y esto podría conducir la evolución de estrategias opuestas por parte de los machos.

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