El ahora famoso impacto de Chicxulub mató a los dinosaurios creando a su vez enormes tsunamis, tormentas de fuego devastador, y expulsando una espesa nube de hollín a la atmósfera que, según la sabiduría científica convencional, cubrió todo el planeta. Sin plantas que fueran capaces de realizar la fotosíntesis, y con un planeta oscurecido con temperaturas en continua caída, las cadenas alimentarias se colapsaron y los ecosistemas cambiaron a tal velocidad que resultó ser un espectacular golpe de gracia a los dinosaurios no aviares. No hace mucho publicamos la historia del Chicxulub y la perforación que está llevándose a cabo en el cráter en nuestra historia “Los científicos comienzan a perforar en la ‘zona cero’ del impacto que mató a los dinosaurios” que puedes leer aquí.

Un estudio publicado en Scientific Reports cuestiona este famoso mecanismo de extinción en masa, en uno de los trabajos de investigación más importantes realizado en mucho tiempo. A pesar de que los autores están seguros de que el impacto de un asteroide fue el responsable de la carnicería al final del período cretácico, no creen que toda la fauna se viera sofocada de manera uniforme por el hollín expulsado.

(Imagen ampliable) Aire irrespirable… Imagen: Kevin H Knuth/Shutterstock

«El hollín tiene un papel importante como mecanismo de muerte», comentó el autor principal, Kunio Kaiho, profesor asociado de paleo-bioeventos en la Universidad de Tohoku, en Japón. «No sé por qué nadie antes ha modelado la eyección de partículas de esta manera».

El equipo señala que a pesar de los horrores que tuvieron lugar hace 66 millones de años, los dinosaurios aviares, algunos mamíferos y los crocodilios (orden de grandes saurópsidos que incluye a cocodrilos, aligátores, caimanes y gaviales) sobrevivieron. En particular, el hecho de que los crocodilios sobrevivieran ha demostrado ser especialmente desconcertante para los investigadores que señalan que su biología habría hecho poco probable que hubieran sobrevivido a este evento de extinción masiva.

Mediante la excavación alrededor de la capa geológica formada durante el límite Cretácico-Paleógeno, este equipo volvió a evaluar la cantidad de hollín que presumiblemente habría sido generado casi en su totalidad a partir de una capa rica en carbono por debajo de la zona de impacto. Con la ayuda de modelos de circulación atmosférica de vanguardia ejecutados en un superordenador, llegaron a la conclusión de que el hollín expulsado habría cubierto diversas partes del planeta de manera diferente.

Esto significa que no toda la vida experimentó el evento de impacto de la misma manera, y algunos habrían lograron escapar de su ira.

(Imagen ampliable) El lugar del impacto del asteroide hace 66 millones de años, en la Península de Yucatán, vista por la Estación Espacial Internacional. Imagen: Tim Peake/ESA/NASA

Las latitudes de los extremos norte y sur fueron de hecho recubiertas de hollín y terminaron por congelarse con el tiempo, lo que significa que muchas criaturas terrestres, incluyendo los dinosaurios, se extinguieron en estas zonas. Sin embargo, afirman que las latitudes más bajas, casi ecuatoriales, no habrían sido cubiertas siquiera con una cantidad similar de hollín, lo que significa que habrían experimentado períodos de enfriamiento y sequías más suaves. Esto habría sido suficiente para matar a los dinosaurios no aviares, pero otras criaturas, incluyendo los crocodilios, habrían sobrevivido.

De hecho, se cree que llegaron a ser expulsados a la atmósfera hasta 1.500 millones de toneladas de hollín, de acuerdo con sus modelos matemáticos; lo suficiente como para causar una de las peores extinciones masivas en los 4.540 millones de años de historia de la Tierra.

Los dinosaurios ya se encontraban en declive en el momento en que el asteroide antagonista chocó contra la Tierra hace 66 millones de años. Un vulcanismo prolongado, la proliferación de los mamíferos, y el rápido cambio climático les había enviado en una espiral de declive, pero cuando se formó ese cráter de impacto funesto de 180 kilómetros de ancho y 20 kilómetros de profundidad, la resultante apocalipsis mundial terminó con ellos.

El evento acabó con hasta el 75 por ciento de toda la vida en la Tierra, viéndose afectados más severamente al principio las criaturas terrestres, si bien la vida marina también sufrió en gran medida poco después. Los autores señalan que la interrupción de la fotosíntesis en la columna de agua superior habría matado a una fuente de alimento importante para las formas de vida marina mayores, y estudios anteriores mostraron que las que sobrevivieron sólo lo hicieron gracias a un flujo de goteo de algas.