¿Por qué nos sentimos bien cuando damos limosna aun cuando no hay un beneficio directo para nosotros mismos, y nos sentimos mal cuando engañamos al sistema (al menos algunos de nosotros)? Los matemáticos pueden haber encontrado una respuesta al eterno enigma de por qué hemos evolucionado para cooperar.
Un equipo internacional de investigadores publicó en el Proceedings of the National Academy of Sciences el hallazgo de que el altruismo se ve favorecido por fluctuaciones aleatorias en la naturaleza, ofreciendo así una explicación al misterio de por qué este rasgo aparentemente desventajoso ha llegado a evolucionar.
Los investigadores, de las universidades de Bath, Manchester, en el Reino Unido y Princeton en Estados Unidos, desarrollaron un modelo matemático para predecir el camino evolutivo cuando los «cooperadores» altruistas viven junto a «tramposos» que usan los recursos, pero no contribuyen en sí mismos.
Cooperadores frente a tramposos
Los seres humanos no son los únicos organismos que cooperen entre sí. Los científicos utilizaron el ejemplo de la levadura de cerveza (Saccharomyces cerevisiae), que puede producir una enzima llamada invertasa que descompone los azúcares complejos en el medio ambiente, creando así más alimentos para todos. Sin embargo, aquellos organismos que crean esta enzima hacen uso de energía que podría haber sido utilizada para la reproducción, lo que implicaría que una cepa mutante «tramposa» que esperara a que los demás hicieran el trabajo duro sería capaz de reproducirse más rápido como resultado.
La evolución darwiniana sugiere que su capacidad para reproducirse más rápido permitiría a los tramposos (y a sus tramposos descendientes) proliferar y, finalmente, hacerse con toda la población. Este problema es común a todas las poblaciones altruistas, lo que inevitablemente plantea la pregunta sobre cómo se desarrolló la cooperación.
El Dr. Tim Rogers, investigador asociado de la Sociedad Real Universitaria en la Universidad de Bath, dijo: «Esto ha desconcertado a científicos desde hace mucho tiempo. Una teoría predominante era que actuamos de manera más favorable hacia parientes genéticos que a extraños, resumido por J. S. Haldane en la famosa afirmación de que saltaría a un río para salvar a dos hermanos o a ocho primos.
«Lo que nos falta es una explicación de cómo estos comportamientos podrían haber evolucionado en organismos tan básicos como la levadura. Nuestra investigación propone una respuesta simple: resulta que la cooperación se ve favorecida por casualidad».
La cooperación favorecida por azar
La idea clave es que el tamaño total de la población que puede ser soportado depende de la proporción de cooperadores: una mayor cooperación significa más comida para todos y una población más grande. Si, debido al azar, hay un aumento en el número de tramposos entonces no hay suficiente comida para todos y el tamaño total de la población disminuirá. Por el contrario, una disminución al azar en el número de tramposos permitirá que la población crezca a un tamaño mayor, beneficiando de manera desproporcionada a los cooperadores. De esta manera, los cooperantes son favorecidos debido al azar, y tienen más probabilidades de ganar en el largo plazo.
El Dr. George Constable, que pronto se unirá a la Universidad de Bath desde Princeton, utiliza la analogía de lanzar una moneda al aire, donde si sale cara se gana 20€, pero si sale cruz se pierde 10€:
«A pesar de que las probabilidades de ganar o perder son las mismas, ganar es bueno en mayor medida que perder es malo. Las fluctuaciones aleatorias en el número de tramposos son explotados por los cooperantes, que se benefician más de lo que pierden».