Los adolescentes, tanto entre los animales humanos como en los no humanos, son más propensos a incurrir en conductas de elevado riesgo, en exploración y en la búsqueda de novedades. A pesar de que estos atributos proporcionan un valor adaptativo que pueda permitir a las personas ganar importancia en el mundo, incluida la independencia de los padres, si se lleva demasiado lejos, esta tendencia podría conducir a un comportamiento potencialmente peligroso, incluyendo el uso de drogas, consumo perjudicial de alcohol, adicción, sexo sin protección y conducción temeraria, lo que puede dar lugar a lesiones no deseadas, violencia y/o incluso la muerte prematura. Un nuevo estudio de Dartmouth publicado en la revista Current Biology demuestra, por primera vez, la relación causal entre el control del comportamiento y un desequilibrio en la función cerebral específica que existe en la adolescencia.

El comportamiento particular de los adolescentes puede ser impulsado por un desequilibrio en la actividad entre la corteza prefrontal, un área del cerebro involucrada en el control cognitivo y la inhibición, que no se desarrolla completamente hasta los últimos años de adolescencia o a principios de los 20 años de edad, y el núcleo accumbens, que desempeña un papel central en la búsqueda de recompensa y la adicción. Investigaciones anteriores han hallado que los adolescentes que se involucran en conductas de riesgo tienen problemas para inhibir este tipo de comportamiento en comparación con los adultos o los pre-adolescentes. Los investigadores han postulado que una baja actividad en el córtex prefrontal junto con una alta actividad concurrente en el núcleo accumbens (un desequilibrio que parece existir sólo durante la adolescencia) se encuentran, básicamente, en conflicto entre sí.

Para probar un desequilibrio causal, Heidi C. Meyer, estudiante graduada que trabaja en el Laboratorio de Neurobiología del Aprendizaje y la Memoria del profesor David J. Bucci en Dartmouth, Estados Unidos, utiliza un enfoque quimiogenético, conocido como “receptores de diseño exclusivamente activados por las drogas de diseño” (DREADDs por sus siglas en inglés), para simular el desequilibrio que se produce durante la adolescencia mediante la alteración de la actividad de forma simultánea en el córtex prefrontal y en el núcleo accumbens. DREADDs permite a los investigadores «controlar de forma remota» la actividad de las células del cerebro apagando o encendiendo temporalmente células en una región dada por un corto período de tiempo, mediante la inyección de un virus que transfiere genes para un receptor sintético que sólo es sensible a una droga sintética que se administra asimismo a través de una simple inyección, que enciende o apaga las células del cerebro temporalmente.

Imagen: Neurobiology of Learning & Memory Laboratory

Para el estudio, los investigadores utilizaron ratas adultas, que normalmente tienen una actividad equilibrada en estas áreas, y utilizaron el enfoque DREADD para disminuir la actividad del córtex prefrontal y aumentar al mismo tiempo la actividad del núcleo accumbens, mientras que las ratas aprendían una tarea de inhibición. El sólo sonido de un tono presentaba la señal a las ratas de que una recompensa de comida sería administrada. Sin embargo, si una luz que precedía al tono, esto indicaba que no habría recompensa de comida. Estudios anteriores sobre la inhibición han examinado típicamente la inhibición reactiva o la capacidad de detener una respuesta una vez que se ha iniciado; sin embargo, el estudio de Dartmouth estudió la inhibición proactiva o la capacidad de retener una respuesta inapropiada en el primer lugar. Las ratas que fueron tratadas con el enfoque DREADD mostraron un dramático retraso en el aprendizaje para inhibir su respuesta al tono cuando era precedido por la luz, requiriendo el doble de entrenamiento para aprender el comportamiento. El retraso en el aprendizaje de esta respuesta inhibitoria se correspondía con el retraso que los investigadores observaron en ratas adolescentes normales durante un estudio anterior. Los nuevos resultados también ilustran cómo esta forma de inhibición proactiva es dependiente de la edad, lo cual es consistente con el trabajo previo de los investigadores sobre cómo se ve afectada la inhibición durante la adolescencia.

«Comprender cómo cambios específicos en la función cerebral durante el desarrollo se relacionan con el comportamiento es de crítica importancia para determinar por qué algunos individuos incurren en comportamientos de toma de riesgos excesivos durante la adolescencia», dice David J. Bucci, profesor Ralph y Richard Lazarus de Ciencias Psicológicas y del Cerebro en Dartmouth y autor principal del estudio. «Nuestra esperanza es que estos hallazgos aporten información para nuevas formas de minimizar el potencial de participar en el consumo de drogas y otras conductas perjudiciales durante este importante período del desarrollo».

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