Anoche, la mayoría de nosotros fuimos a la seguridad y la comodidad de nuestras camas antes de dejarnos llevar a una noche de sueño. Para algunos, esta fue la última acción consciente antes de un episodio de sonambulismo.
Investigaciones recientes de la Universidad de Stanford muestran que hasta el 4 por ciento de los adultos podría haberlo experimentado. De hecho, el sonambulismo está en aumento, en parte debido al aumento en el uso de medicamentos y fármacos, como el Ambien. A menudo, los episodios son inofensivos. Tomemos como ejemplo a Lee Hadwin, un londinense cuyo talento artístico profesional parece estar presente y activo sólo mientras duerme.
A veces, por supuesto, el sonambulismo es peligroso. Los sonámbulos se hallan en un estado irracional durante el cual podrían dañarse a sí mismos o a otros. Algunos ejemplos extremos incluyen el caso de la adolescente inglesa que en 2009 saltó ocho metros desde la ventana de su dormitorio, o el caso de Kenneth Parks en Toronto, quien en 1987 condujo 23km y asesinó a su suegra, aparentemente mientras dormía. Parks cometió el acto (si esa es la palabra correcta) a pesar de gozar de una buena relación con la víctima y de carecer de motivación.
¿Por qué algunos entran en un estado potencialmente dañino durante el sueño? Una respuesta viene de estudios que sugieren que el «sonambulismo» podría no ser un término apropiado para lo que está pasando; más bien, las regiones primitivas del cerebro involucradas en la respuesta emocional (en el sistema límbico) y la actividad motora compleja (dentro del córtex) permanecen en estados ‘activos’ que son difíciles de distinguir de la vigilia. Dicha actividad se caracteriza por patrones de «ondas alfa» detectados durante las grabaciones de electroencefalograma (EEG). Al mismo tiempo, las regiones de la corteza frontal y del hipocampo que controlan la racionalidad y la memoria permanecen en estado latente y son incapaces de llevar a cabo sus funciones típicas, manifestando el patrón de onda delta visto durante el sueño clásico [el momento en que, como vimos aquí, las memorias son archivadas]. Es como si el sonambulismo resultara de la incompleta transición del cerebro del sueño a la vigilia; como si se encontrara esencialmente atrapado en un limbo entre el sueño y la vigilia.
«La parte racional del cerebro está en un estado de sueño y no ejerce su control normal sobre el sistema límbico y el sistema motor», explica el neurocientífico italiano Lino Nobili, investigador del sueño en el Hospital Niguarda de Milán. “Así pues, el comportamiento se encuentra regulado por una especie de sistema de supervivencia arcaico como el que se activa durante la lucha o el vuelo”.
Pero ¿por qué iban a entrar nuestros cerebros en un estado tan mixto, que no representaría ni la vigilia ni el sueño? Si necesitamos un sueño reparador, ¿no sería más beneficioso que el cerebro entrara en un estado de «coma» total hasta que alcanzara ese descanso? Cuando uno piensa en a nuestros antepasados lejanos pre-humanos, las piezas comienzan a encajar. Durante siglos, la seguridad que proporcionaba el lugar donde nuestros predecesores optaban por dejarse caer para la noche, en muchos sentidos, era comprometido en comparación con la seguridad del espacio de nuestro dormitorio actual.
Otras especies emplean estas estrategias también. Me viene a la memoria una experiencia sorprendente que tuve mientras hacía senderismo. Mientras caminaba por el sendero en el crepúsculo, un ciervo saltó de debajo de las ramas de un árbol caído y se alejó en la distancia. Me sorprendió lo cerca que había llegado a él antes de que iniciara esta vertiginosa acción: a sólo unos metros. Probablemente se encontraba dormido y, al despertarse, se dio cuenta del peligro potencial en el que se encontraba. Lo que me llamó la atención fue la manera en la que el ciervo parecía haberse puesto en acción, incluso mientras dormía. De hecho, muchos animales pueden mantener la actividad cerebral necesaria para sobrevivir durante el sueño. Por ejemplo, las aves fregata vuelan durante días, e incluso meses, y mantienen su vuelo durante el sueño mientras viajan extensas distancias sobre el océano.
El fenómeno se observa en los seres humanos también. Según demostró una investigación, la primera noche que una persona pasa en un nuevo entorno, un hemisferio de nuestro cerebro permanece más activo que el otro durante el sueño; esencialmente manteniéndose en «modo vigilante», capaz de responder a sonidos desconocidos y potencialmente peligrosos.
Los científicos ahora están de acuerdo en que brotes localizados de actividad de vigilia la en las áreas relacionadas con los sistemas motor y límbico pueden ocurrir sin que se dé un episodio de sonambulismo. De hecho, estas áreas han demostrado tener bajos umbrales de incitación a la activación. Sorprendentemente, a pesar de su asociación con el sonambulismo, estos bajos umbrales se han considerado un rasgo adaptativo: una ventaja para la supervivencia. A lo largo de la mayor parte de nuestra extensa prosapia, este rasgo puede haber sido seleccionado por su valor para la supervivencia.
«Durante el sueño, podemos tener una activación del sistema motor, así pues, aunque estás durmiendo y no te mueves, la corteza motora puede encontrarse en un estado despierto, lista para ponerse en acción», explica Nobili, que dirigió el equipo que llevó a cabo el estudio. «Si algo realmente va mal y te encuentras en peligro, no necesitas la racionalidad de tu lóbulo frontal para escapar. Necesitas un sistema motor que esté listo. «En el sonambulismo, sin embargo, este sistema adaptativo falla. «Un desencadenante externo que normalmente produciría una pequeña excitación desencadena un episodio completo».
Antonio Zadra, profesor de psicología en la Universidad de Montreal en Canadá, lo explica así: «Tu cerebro filtra la información, ya que sigue monitoreando el entorno (aquello que sucede alrededor del durmiente) y decidiendo qué es importante. ‘Bueno, no vamos a despertar al durmiente’ o ‘Esto supone una amenaza potencial así que deberíamos despertarle’. Pero el proceso de pasar del sueño a la vigilia es, en los sonámbulos, claramente disfuncional”.
A pesar de que existe evidencia de actividad localizada durante el sueño tanto en humanos como en animales no humanos, el sonambulismo es, entre los primates, aparentemente un fenómeno exclusivamente humano. Es lógico, por lo tanto, que la presión en la selección de este rasgo en nuestros antepasados terminó por superar el coste.
Artículo original publicado por Aeon. Revisado y traducido por ¡QFC!