La vida podría haber llegado a conquistar hábitats en las entrañas de la Tierra a mucha mayor profundidad de lo que imaginábamos. Las firmas biológicas de las muestras extraídas de un volcán de lodo sugieren que el material estuvo habitado por microbios cuando se encontraba a varios kilómetros bajo el fondo del océano.
«Podríamos tener una biosfera muy grande bajo nuestros pies a la que es muy difícil acceder», dice Oliver Plümper, de la Universidad de Utrecht, en los Países Bajos.
Otros investigadores coinciden en que la vida podría existir a tales profundidades, pero dicen que aún no está probado. «Carecen de pruebas concluyentes», dice Rocco Mancinelli, astrobiólogo del Centro de Investigación Ames de la NASA, que estudia la vida en entornos extremos.
El equipo de Plümper estudió 46 muestras perforadas del volcán de lodo Chamorro del Sur, cerca de la parte más profunda del océano, en la fosa de las Marianas. En este punto, una placa tectónica se desliza debajo de otra, y el calor y estrés hacen que parte del material de la placa subductante se convierta en mineral flotante llamado serpentinita que se eleva y sale por los volcanes de lodo.
Tras examinar la serpentinita en sus muestras, el equipo encontró productos químicos generalmente producidos por la vida, incluyendo aminoácidos e hidrocarburos.
Dado que algunos microbios pueden soportar temperaturas de hasta 122 °C y presiones aproximadamente 3000 veces más altas que en la superficie de la Tierra, Plümper calcula que la vida podría sobrevivir hasta 10 kilómetros bajo el lecho marino.
Ha habido varios informes recientes sobre la vida a grandes profundidades: se han hallado gusanos nematodos viviendo a 3 kilómetros de profundidad en una mina de oro, por ejemplo. Pero si Plümper está en lo cierto, la vida puede sobrevivir aún a más profundidad.
Las reacciones de minerales a estas profundidades podrían proporcionar el carbono, el nitrógeno y la energía necesarios para la vida, dice Mancinelli. Pero los productos químicos encontrados por el equipo de Plümper podrían haber sido producidos por procesos que no implican la vida, añade.
(Imagen ampliable)Artículo original publicado por New Scientist. Revisado y traducido por ¡QFC!