La generosidad hace a la gente más feliz, incluso si sólo es un poco generosa. Las personas que actúan únicamente por su propio interés son menos felices. Simplemente prometer ser más generoso es suficiente para provocar un cambio en nuestro cerebro que nos hace más felices. Esto es lo que descubrieron los neuroeconomistas de la Universidad de Zúrich (UZH) en un estudio reciente publicado en Nature Communications.
Eso de lo que algunos han sido conscientes durante mucho tiempo, otros encuentran difícil de creer: aquellos que están preocupados por el bienestar del resto de seres humanos son más felices que aquellos que se centran sólo en su propia prosperidad. Hacer algo agradable para otra persona da a mucha gente una sensación agradable que los economistas conductuales llaman ‘un brillo cálido’. La investigación, realizada por Philippe Tobler y Ernst Fehr del Departamento de Economía de la Universidad de Zúrich en colaboración con investigadores internacionales, se centró en cómo se comunican las áreas cerebrales para producir este sentimiento. Los resultados proporcionan una visión de la interacción entre el altruismo y la felicidad. [Puedes leer acerca del la ventaja de los comportamientos altruístas en la naturaleza en esta historia.]
Incluso un poco de generosidad hace a la gente más feliz
En sus experimentos, los investigadores encontraron que las personas que se comportaron generosamente después fueron más felices que aquellas que se comportaron de manera más egoísta. Sin embargo, la generosidad no influyó en el aumento de la satisfacción. «No necesitas ser un mártir sacrificado para sentirte más feliz, basta ser un poco más generoso», dice Philippe Tobler.
Antes de que comenzara el experimento, algunos de los participantes del estudio se habían comprometido verbalmente a comportarse generosamente con otras personas. Este grupo estaba dispuesto a aceptar mayores costes derivados de hacer algo agradable por otra persona. También se consideraron más felices después de su comportamiento generoso (si bien no antes) que el grupo de control, que se había comprometido a comportarse generosamente hacia sí mismo.
Sólo intentarlo es suficiente para causar cambios neuronales
Mientras los participantes del estudio tomaban la decisión de comportarse o no con generosidad, los investigadores examinaron la actividad en tres áreas de los cerebros de los participantes: en la unión temporoparietal (donde se procesan el comportamiento prosocial y la generosidad), en el estriado ventral (asociado con la felicidad), y en la corteza orbitofrontal (donde se sopesan los pros y los contras durante los procesos de toma de decisiones). Estas tres áreas del cerebro interactuaron de manera diferente dependiendo de si los participantes del estudio se habían comprometido con un comportamiento generoso o el egoísta.
La simple promesa de comportarse generosamente activó el área altruista del cerebro e intensificó la interacción entre esta área y el área asociada con la felicidad. «Es notable que la intención sola genera un cambio neural antes de que la acción se implemente realmente», dice Tobler.
Benefíciese de la promesa de ser feliz
«Prometerse a comportarse generosamente podría ser utilizado como una estrategia para reforzar el comportamiento deseado, por un lado, y sentirse más feliz, por el otro», dice Tobler. Su co-autora Soyoung Park añade: «Todavía hay algunas preguntas abiertas, tales como: ¿Se puede entrenar y fortalecer la comunicación entre estas regiones cerebrales?, si es así, ¿cómo?, y ¿dura el efecto cuando se usa deliberadamente, es decir, si una persona sólo se comporta generosamente para sentirse más feliz?»
Acerca del experimento
Al comienzo del experimento, a los 50 participantes se les prometió una suma de dinero que recibirían en las próximas semanas y que se suponía que debían gastar. La mitad de los participantes del estudio se comprometieron a gastar el dinero en alguien que conocían (grupo experimental, promesa de generosidad), mientras que la otra mitad se comprometió a gastar el dinero en sí mismo (grupo de control).
Posteriormente, todos los participantes del estudio tomaron una serie de decisiones relativas a un comportamiento generoso, en concreto, si dar a alguien que está cerca de ellos un regalo en forma de dinero. El tamaño de la donación y el coste de la misma variaban: se podía, por ejemplo, dar a la otra persona cinco francos con un coste de dos francos. O dar veinte francos con un coste de quince. Mientras los participantes del estudio tomaban estas decisiones, los investigadores midieron la actividad en tres áreas del cerebro: en la unión temporoparietal, donde se procesan el comportamiento prosocial y la generosidad; en el estriado ventral, que se asocia con la felicidad; y en la corteza orbitofrontal, donde se sopesan los pros y los contras durante los procesos de toma de decisiones. Se preguntó a los participantes sobre su felicidad antes y después del experimento.
Artículo original publicado por la Universidad de Zúrich. Revisado y traducido por ¡QFC!