Los genomas de los individuos que vivieron en la Península Ibérica en la Edad del Bronce recibieron un aporte genético menor de los invasores esteparios, lo que sugiere que estas migraciones jugaron un papel menor en la composición genética y la cultura del pueblo ibérico, en comparación con otras partes de Europa. Daniel Bradley y Rui Martiniano del Trinity College de Dublín, en Irlanda, y Ana Maria Silva de la Universidad de Coimbra, en Portugal, publicaron estos hallazgos en la revista PLOS Genetics.

Entre el Neolítico Medio (4200-3500 AC) y la Edad de Bronce Media (1740-1430 AC), Europa Central y del Norte recibieron una afluencia masiva de gente de las regiones esteparias de Europa Oriental y Asia. Excavaciones arqueológicas anteriores en Iberia habían descubierto cambios en la cultura y los rituales fúnebres durante este tiempo, pero nadie había observado el impacto genético de estas migraciones en esta parte de Europa. Los investigadores secuenciaron los genomas de 14 individuos que vivieron en Portugal durante el Neolítico y la Edad de Bronce y los compararon con otros genomas antiguos y modernos. A diferencia de otras partes de Europa, sólo detectaron cambios genéticos sutiles entre las muestras del Neolítico y de la Edad de Bronce portugueses resultantes de una migración a pequeña escala. Sin embargo, estos cambios son más pronunciados en el linaje paterno. «Fue sorprendente observar una discontinuidad cromosómica Y tan sorprendente entre el Neolítico y la Edad del Bronce, que sería compatible con un influjo genético predominantemente mediado por hombres», dice el primer autor Rui Martiniano. Los investigadores también estimaron la altura de las muestras, basándose en las secuencias de ADN pertinentes, y encontraron que el aporte genético de los migrantes neolíticos disminuyó la altura de los europeos, que posteriormente aumentó de manera constante a través de las generaciones posteriores.

El estudio concluye que la migración hacia la península ibérica se produjo en una escala mucho menor en comparación con las invasiones de estepa en el norte, centro y noroeste de Europa, lo que probablemente tiene implicaciones para la difusión del idioma, la cultura y la tecnología. Estos hallazgos pueden explicar por qué Iberia alberga una lengua pre-indoeuropea, llamada euskera, hablada en la región vasca a lo largo de la frontera de España y Francia. Ya se había sugerido que el indoeuropeo se propagó mediante migraciones a través de Europa desde el corazón de la estepa; y es un modelo que se ajusta a estos resultados.

Daniel Bradley dice: «A diferencia de más al norte, persiste una mezcla de idiomas anteriores e idiomas indoeuropeos hasta los albores de la historia ibérica, un patrón reminiscente de una afluencia real pero limitada de migrantes alrededor de la Edad de Bronce».

Artículo original publicado por PLOS. Revisado y traducido por ¡QFC!

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