Que te sorprendan hablándote a ti mismo/a, especialmente si utilizas tu propio nombre en la conversación, puede ser más que vergonzoso. Y no es de extrañar; te hace parecer que estás alucinando. Claramente, esto es porque el propósito de hablar en voz alta no es otro que comunicarse con los demás. Pero dado que muchos de nosotros nos hablamos a nosotros mismos, ¿podría ser que, después de todo, fuera normal, o tal vez incluso saludable?

En realidad nos hablamos a nosotros mismos en silencio todo el tiempo. No me refiero sólo al típico comentario de «¿dónde dejé mis llaves?» En realidad, a menudo participamos en conversaciones profundas y trascendentales a las 3 de la mañana con nadie más que nuestros propios pensamientos para responder. Esta charla interior es muy saludable, y juega un papel especial en mantener nuestras mentes en forma. Nos ayuda a organizar nuestros pensamientos, planificar acciones, consolidar la memoria y modular emociones. En otras palabras, nos ayuda a controlarnos a nosotros mismos.

Hablar en voz alta puede ser una extensión de esta charla interior silenciosa, causada cuando un determinado comando motor se activa involuntariamente. El psicólogo suizo Jean Piaget observó que los niños comienzan a controlar sus acciones tan pronto como comienzan a desarrollar el lenguaje. Al acercarse a una superficie caliente, el niño generalmente dirá «caliente, caliente» en voz alta y se alejará. Este tipo de comportamiento puede continuar en la edad adulta.

Los primates no humanos obviamente no hablan consigo mismos, pero se ha hallado que controlan sus acciones activando metas en un tipo de memoria que es específica para esa tarea. Si la tarea es visual, como hacer coincidir plátanos, un mono activará un área diferente de la corteza prefrontal que al emparejar voces en una tarea auditiva. Pero cuando los seres humanos son analizados de manera similar, parece que activan las mismas áreas independientemente del tipo de tarea.

(Imagen ampliable) Macaco alineando plátanos. Imagen: José Reynaldo da Fonseca/wikipedia, CC BY-SA

En un fascinante estudio, los investigadores descubrieron que nuestros cerebros pueden funcionar como los de los monos si dejamos de hablarnos a nosotros mismos, ya sea en silencio o en voz alta. En el experimento, los investigadores pidieron a los participantes que repitieran sonidos sin sentido en voz alta («bla-bla-bla») mientras realizaban tareas visuales y sonoras. Debido a que no podemos decir dos cosas al mismo tiempo, el murmurar estos sonidos hizo que los participantes fueran incapaces de decirse qué hacer en cada tarea. Bajo estas circunstancias, los seres humanos se comportaron como los monos, activando áreas visuales y sonoras separadas del cerebro para cada tarea.

Este estudio demostró elegantemente que hablar con nosotros mismos no es probablemente la única manera de controlar nuestro comportamiento, pero es el que preferimos y usamos por defecto. Pero esto no significa que siempre podamos controlar lo que decimos. De hecho, hay muchas situaciones en las que nuestra charla interior puede llegar a ser problemática. Cuando nos hablamos a nosotros mismos a las 3 de la mañana, normalmente tratamos de dejar de pensar para que podamos volver a dormir. Pero al decirte a ti mismo/a que no pienses sólo deja a tu mente vagando, activando todo tipo de pensamientos, incluyendo la charla interior, de una manera casi al azar.

Este tipo de activación mental es muy difícil de controlar, pero parece que puede ser suprimida cuando nos centramos en algo con un propósito. Leer un libro, por ejemplo, debería ser capaz de suprimir la charla interior de una manera muy eficiente, por lo que es una de las actividades favoritas para relajar nuestras mentes antes de quedarnos dormidos.

Pero los investigadores han hallado que los pacientes que sufren de ansiedad o depresión activan estos pensamientos «al azar», incluso cuando están tratando de realizar alguna tarea no relacionada. Nuestra salud mental parece depender tanto de nuestra capacidad de activar pensamientos relevantes para la tarea actual como de suprimir los irrelevantes, que es el ruido mental. No es sorprendente que varias técnicas clínicas, tales como la atención plena, tengan como objetivo desabarrotar la mente y reducir el estrés. Cuando el vagabundeo de la mente queda completamente fuera de control, entramos en un estado de ensueño que muestra una charla incoherente y contextual inapropiada que podría describirse como enfermedad mental.

Hablar en alto o en silencio

(Imagen ampliable) Hablarse a sí mismo no es locura. Imagen: Dmytro Zinkevych/Shutterstock

Así que, tu charla interior te ayuda a organizar los pensamientos y a adaptarlos flexiblemente a las demandas cambiantes, pero ¿hay algo especial acerca de hablar en voz alta? ¿Por qué no nos lo quedamos para nosotros, si no hay nadie más para oír nuestras palabras?

En un experimento reciente en nuestro laboratorio de la Universidad de Bangor, Alexander Kirkham y yo demostramos que hablar en voz alta realmente mejora el control sobre una tarea, muy por encima de lo que se lograría con el habla interna. Dimos a 28 participantes un conjunto de instrucciones escritas, y les pedimos que las leyeran en silencio o en voz alta. Medimos la concentración de los participantes y el rendimiento en las tareas, y ambas magnitudes se vieron mejoradas cuando las instrucciones de la tarea habían sido leídas en voz alta.

Gran parte de este beneficio parece provenir simplemente de escucharse a uno mismo, ya que los comandos auditivos parecen ser mejores controladores de la conducta que los escritos. Nuestros resultados demostraron que, incluso si hablamos con nosotros mismos para ganar control durante  tareas que suponen un desafío, el rendimiento mejora sustancialmente cuando lo hacemos en voz alta.

Esto probablemente puede ayudar a explicar por qué muchos profesionales del deporte, como los jugadores de tenis, a menudo se hablan a sí mismos/as durante las competiciones, especialmente en los momentos cruciales de un partido, diciéndose cosas como «¡Vamos!» para ayudarles a mantenerse concentrados. Nuestra capacidad de generar instrucciones explícitas para nosotros mismos es en realidad una de las mejores herramientas que tenemos para el control cognitivo, y simplemente funciona mejor cuando se dice en voz alta.

Así que ahí lo tienes. Hablar en alto, cuando la mente no está vagando, podría ser en realidad un signo de alto funcionamiento cognitivo. En lugar de estar mentalmente enfermo, puede hacerte intelectualmente más competente. El estereotipo del científico loco hablándose a sí mismo, perdido en su propio mundo interior, podría reflejar la realidad de un genio que utiliza todos los medios a su disposición para aumentar su poder cerebral.

Artículo original publicado por The Conversation, escrito por Paloma Mari-Beffa, Profesora de Neuropsicología y Psicología Cognitiva de la Universidad de Bangor. Revisado y traducido por ¡QFC!