Imaginad un método de extracción de gas natural que funcione de la siguiente manera: se perfora un pozo de un par de kilómetros de profundidad en la corteza terrestre, y de ahí se extiende la perforación de manera horizontal. Una vez tenemos este agujero en forma de “L”, se inyecta una mezcla de agua con todo tipo de productos químicos a gran presión.

El objetivo de esta técnica es liberar diminutas partículas del mencionado gas, atrapadas en minúsculas fisuras de la tierra y la roca. Individualmente insignificantes, en conjunto pueden suplir las necesidades de gas natural de comunidades enteras de personas. La presión del agua fuerza estas grietas y libera el gas.

La mezcla de productos químicos tiene una amplitud de objetivos, como mantener las fisuras abiertas, facilitar la liberación de las partículas de gas, o coagulantes para mantener las moléculas compactas, evitar su escape, permitir la recolección, matar bacterias, y un largo etcétera.

(Imagen ampliable) Esta ilustración muestra un ejemplo del desarrollo del gas de esquisto con varios «racimos» de pozos. Cada «racimo» cuenta con 6 pozos que cubren gran parte del subsuelo. Imagen: Statoil.

Esta es una explicación extremadamente simplificada del proceso conocido como fractura hidráulica, o fracking, que ha sido recientemente implementado en Estados Unidos principalmente, aunque se le han sumado varios países, y cuya introducción está siendo discutida en la gran mayoría del resto de países del mundo.

A pesar de tan simplificada explicación, seguro que tienes algunas preguntas. Si inyectan agua a presión para romper la roca, esta presión debe ser realmente descomunal, ¿no? ¿Qué químicos inyectan; seguro que no son contaminantes? Si con tanta presión terminan por, básicamente, reventar el subsuelo, ¿no sería como provocar terremotos artificiales? Aunque la fracturación se realice a bastante profundidad, ¿no puede este cóctel de químicos afectar las aguas de los acuíferos?

A todas estas preguntas, la respuesta es: sí.

Por un lado, la presión del líquido que se inyecta a través del pozo es altísima. Tanto, que es capaz de romper la roca que ha estado durante millones de años inmóvil albergando minúsculas burbujas de gas natural.

Una persona con residencia cercana a un pozo de fracking sostiene un recipiente con agua «potable» de su grifo.

Por otro lado, junto con esta agua inyectan arena y una mezcla de hasta 600 componentes químicos diferentes, como son el plomo, uranio, mercurio, radio, metanol, ácido clorhídrico, formaldehído o etilenglicol. En EE.UU., el informe oficial presentado en 2011 por el Partido Demócrata incluía 750 componentes químicos utilizados en el fracking, algunos de ellos conocidos carcirógenos. De hecho, tal es la cantidad de agua necesaria, que a las instalaciones se tienen que desplazar hasta 400 camiones cisterna con agua. Cada uno de los procesos de fracking (cada instalación permite varios) requiere entre 3.5 y 30 millones de litros de agua, que se mezclan con unos 150.000 litros de componentes químicos. Puedes ver una lista de componentes químicos y sus efectos en la salud aquí (en inglés).

Además, la presión a la que queda sometida la roca ha llegado a provocar temblores en la superficie, pequeños terremotos, de magnitudes entre 1.5 y 2.2 en el Reino Unido o hasta 4.7 en Arkansas (como se indica más abajo). A modo de referencia, se considera peligroso que los procesos de fracking generen temblores mayores a 0.5, que de superarse deberán suponer el cese inmediato de la actividad.

Y en relación al cóctel químico, se estima que de los mencionados 150.000 litros inyectados se puede recuperar entre un 30 y un 50%. ¿Qué sucede con los restantes 45.000 a 75.000 litros de químicos mezclados con 1 a 15 millones de litros de agua? Dejamos esta pregunta a vuestro análisis.

Aguas residuales resultado de la fracturación hidráulica. Imagen: J. Henry Fair

Lo que sí se sabe es el paradero del restante 50 a 70% del líquido recuperado. En unas ocasiones se deposita en gigantescas piscinas al aire libre y se dejan evaporar, en otras se vuelve a inyectar en el pozo una vez agotado y existe algún caso en que se trata de depurar para limpiar los residuos (residuos para cuya eliminación generalmente no existe regulación existente).

Quizás la pregunta que te estés haciendo ahora sea: no me termina de resultar un método muy seguro de extracción, pero yo no soy el experto. Seguro que toman precauciones necesarias para evitar la contaminación, ¿no?

Para responder a este “¿no?” comprendamos las medidas de seguridad que se adoptan habitualmente.

Se estima que el agua de los acuíferos, vital para la subsistencia de la humanidad, generalmente no alcanza los estratos de roca afectados por el fracking. Eso aporta confianza a la población: “algo sucio no está sucediendo si no lo veo.”

Además la sección del pozo que atraviesa la zona del acuífero está cementada, por lo que así se aseguran que no existan fugas que puedan envenenar a la población aledaña. Claro que dicha sección debe resistir presiones de casi 1.000 kilogramos por centímetro cuadrado sin fracturarse lo más mínimo, y la cementación se debe realizar de manera impecable, no como en la ilustración.

Imagen: ¡Qué Fuerte es la Ciencia!

El líquido de fracking de las piscinas se evapora a la atmósfera, aunque en muchas ocasiones se trata de purificar para devolverlo al curso natural de un río. El problema es que prácticamente ninguna depuradora municipal tiene los medios necesarios para purificar aguas radioactivas ni, en general, con semejante nivel de contaminación. Un estudio publicado en la revista Environmental Science and Technology por Nathaniel Warner, exmiembro de la Universidad de Duke comparó el agua de un mismo río en 3 puntos diferentes: en el punto en que se encontraba el vertido de agua aparentemente purificada, río arriba, y río abajo. Las muestras en el punto del vertido y río abajo resultaron tener niveles de radioactividad y otros elementos mayores a los encontrados en la vecindad (por ejemplo, se encontraron concentraciones de 226Ra unas 200 veces mayores que el entorno). La pregunta con las plantas procesadoras es qué hacen con los residuos obtenidos de la depuración, ya que forman un lodo tóxico muy peligroso. En unas ocasiones se venden por su alto contenido salino para arrojar sobre la calzada y evitar las heladas en las carreteras, en otras… no existe regulación al respecto.

Los temblores provocados por el fracking son de bajo nivel, y en general se consideran de tan baja intensidad que no deberían afaectar a los cimientos ni la estructura de los edificios. Muy rara vez alguno ha superado la magnitud 3.0, aunque en una población de Arkansas se llegaron a registrar hasta de 4.7. A modo de nota informativa, estos pozos en particular se deshacían del agua utilizada en el fracking inyectándola de nuevo en el suelo y abandonándola ahí.

Gráfico con la concentración de dos tipos de isótopos de Radio en el río. En azul, río arriba, en verde, río abajo, en amarillo, en el punto en que el agua depurada se vierte de nuevo al río. Imagen extraída del artículo científico: «Impacts of Shale Gas Wastewater Disposal on Water Quality in Western Pennsylvania» publicado en Environmental Science & Technology. Autores: Nathaniel R., Warner Cidney A., Christie Robert B., Jackson and Avner Vengosh

¿Te convence algo de todo esto? A ¡Qué Fuerte es la Ciencia! y a la gran mayoría de la población mundial, no.

Existe riesgo de fisuras en la cementación del pozo que puede hacer que el líquido altamente tóxico se filtre a los acuíferos, y este es un daño provocado por un fallo minúsculo con consecuencias catastróficas. Los acuíferos afectados proveen de agua a poblaciones enteras, bosques, animales, ríos; en resumen, a todo un ecosistema (del que forma parte el ser humano). Se cree que la gran mayoría de aguas subterráneas se encuentran a una profundidad mucho menor que los pozos de fracturación hidráulica además de tener estratos de roca impermeable como separación y que por ello no hay riesgo, pero dicho esto, no se conoce con detalle el mecanismo por el cual los acuíferos filtran el agua y se ven afectados por distintos estratos, ni se puede asegurar una impermeabilidad uniforme a lo largo de decenas de kilómetros cuadrados de terreno. No sólo eso, sino que para llegar a las profundidades necesarias es necesario perforar a través de capas de tierra y a través de los acuíferos. El barro resultante de la perforación contiene todo tipo de componentes químicos utilizados para mantener la broca lubricada que contaminan la totalidad del tracto perforado. Además la fractura de la roca es una manera muy agresiva de obtener el gas. Obviamente la roca no sufre, pero ¿de qué manera se puede medir la violencia de la ruptura? ¿Cómo se sabe que la fisura no es mayor de lo previsto y está afectando los estratos superiores? El fracking está a la altura de la minería con TNT en la que se realiza una voladura en el interior de la tierra y se cruzan los dedos para esperar que haya hecho el efecto esperado sin haberse excedido y haber provocado el hundimiento de la mina.

El agua de un grifo en plena deflagración. Fotograma extraído del documental Gasland, 2010.

Todo esto no son riesgos imposibles. De hecho, existen múltiples casos de todo lo dicho. Las filtraciones de gases como el metano (el componente químico más presente en el cóctel del fracking) han provocado que los grifos viertan agua inflamable. Si te cuesta creer que el agua de un grifo pueda entrar en combustión, puedes ver este vídeo y muchos otros similares que circulan por la red. Si el principal componente utilizado en el fracking se ha transferido de una manera tan brutal al suministro público de agua, resulta consecuencia directa pensar que el resto de componentes químicos también lo han hecho.

Un tanque de petróleo parece totalmente inocuo a través de una cámara convencional, pero una cámara infrarroja muestra un escape de metano. Muchos de estos tanques desprenden gases que, al pasar inadvertidos y no considerarse útiles, nunca se reparan.

Escapes de gas y de compuestos orgánicos volátiles de las instalaciones de fracking provocan migrañas, náuseas y problemas respiratorios entre otras afecciones. El último gran escándalo de escape de metano de un viejo depósito en California se cree que pudo estar producido por servir como pozo para el fracking (hipótesis actualmente en discusión) cuando, obviamente, ni cuenta con el diseño ni ofrece la seguridad necesarios. Este vídeo muestra el momento en que se detuvo el escape, que se ha coronado como el mayor de la historia con consecuencias nefastas para el medio ambiente que tardarán décadas en remitir. Y este sólo ha sido el último. Lo cierto es que los escapes son comunes, invisibles al ojo humano y mortales.

Quizás este resulta una historia un tanto negativa, pero ese que no hay mucho positivo que decir acerca de esta práctica. El fracking es una lucha desesperada por perpetuar a toda costa y mientras sea posible la dependencia de los combustibles fósiles. Quizás exista gente que crea, ya sea por desinformación o por propaganda, que las fuentes de energía convencionales son necesarias, que la dependencia del petróleo, del carbón o del gas natural es inevitable, que el cambio a fuentes de energía alternativas es lento, caro e ineficiente. Esto no podría estar más alejado de la realidad y hay innumerables muestras de ello. Y lo cierto es que el fracking es el último ejemplo de una perspectiva de riqueza anclada en los Siglos XIX y XX, donde la extracción irresponsable, tóxica y violenta se justifica como único camino a la prosperidad y donde la suciedad se esconde bajo la alfombra para así, creer que desaparece.

Y tú, ¿qué opinas?

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