a posibilidad de encontrar vida en Marte se ha barajado desde hace siglos, principalmente como consecuencia natural dada su proximidad al sol y la similitud del planeta a la Tierra. No obstante, hasta la fecha ha sido imposible encontrar prueba alguna de su existencia si bien es cierto que con el tiempo se van acumulando las evidencias que muestran un posible pasado habitable en Marte.
¿Qué hace a un planeta habitable?
La vida tal y como la conocemos en la Tierra (por falta de otro tipo de muestras) requiere de una serie de ingredientes esenciales para su existencia, siendo requerimiento necesario la presencia de una fuente de energía, ya sea esta geofísica (ej.: el calor del manto en el cuerpo planetario), geoquímica (ej.: presencia de sales y moléculas orgánicas) o astrofísica (ej.: la cercanía a una estrella). En su hoja de ruta de astrobiología, la NASA definió como los tres principales criterios para la habitabilidad la presencia de amplias regiones de agua líquida, que existan condiciones favorables para el ensamblaje de moléculas orgánicas complejas y una fuente de energía capaz de sustentar procesos metabólicos.
Hoy en día existen varios lugares en el Sistema Solar que han atraído el interés de los científicos por poseer esos elementos, como son Ceres (el menor de los planetas enanos del Sistema Solar), Europa, Ganímedes, Calisto (estas tres son lunas de Júpiter), Encélado, Titán (lunas de Saturno) o, como presentábamos en este artículo, Marte.
Evidencia de vida en Marte
Si bien la búsqueda de vida en Marte se ha realizado de manera incesante desde el Siglo XIX, la ciencia moderna ha dotado a la búsqueda de parámetros precisos sobre qué indicios considerar válidos. Hoy en día la exploración se centra en la búsqueda de agua, de biofirmas (indicadores de estados o condiciones biológicas) en la roca y la tierra de la superficie y marcadores biológicos en la atmósfera.
Es precisamente en uno de estos indicadores que se ha realizado el último de los descubrimientos: en las biofirmas.
En 2008, científicos anunciaron que el robot de la NASA Spirit había descubierto depósitos de un mineral llamado sílice opalino en el interior del cráter Gusev, en Marte. Este descubrimiento en sí no es extraordinario. Lo que lo hace notable son las características de la formación, ya que las capas externas estaban cubiertas de diminutos nódulos similares a coliflores que brotaban de la tierra rojiza.
“Aha, coliflores diminutas de roca, interesante. ¿Y dónde está la vida?” quizás te estés preguntando. Según Steven Ruff y Jack Farmer, de la Universidad Estatal de Arizona en Tempe, este tipo de formaciones, si buscamos el lugar con mayor semejanza a Marte en el planeta Tierra, fueron esculpidas por microorganismos.
El fundamento es el siguiente:
Según explicaron los autores, este tipo de formaciones coliflorales (bonita palabra inventada por ¡QFC!) marcianas están ligadas a una serie de características geológicas que demuestra que son el producto de un sistema hidrotermal volcánico (que de hecho es el primer caso de este tipo verificado en Marte), si bien el estudio detallado de las formaciones no llegaba a explicar las citadas expresiones nodulares (las coliflores).
Recientemente, la observación de depósitos de sílice producidos por aguas termales y géiseres en el Tatio, un área elevada de origen geotermal situado en el desierto de Atacama en Chile, ha mostrado la extraordinaria similitud entre ambas formaciones; la marciana y la terrestre.
Ahí está el dato: las formaciones terrestres fueron producidas por bacterias.
No sólo eso, sino que este tipo de formaciones se han encontrado también en el Parque Nacional de Yellowstone en Estados Unidos, en la Zona Volcánica de Taupo, en Nueva Zelanda y en Islandia.
Estos tres últimos lugares quizás no ofrezcan una base tan convincente como el Desierto de Atacama ya que son áreas geográficas con menor parecido a Marte. Pero Atacama es la región más árida del planeta (sin contar los polos), el nivel de precipitaciones es inferior a los 100 milímetros anuales y las extremas temperaturas oscilan entre los -25 y los 45 grados centígrados. Además, con una altura media de casi 4000 metros sobre el nivel del mar, altos niveles de radiación ultravioleta atraviesan la fina atmósfera hasta el suelo, similar a la radiación que llega a la superficie marciana.
En otras palabras, es lo más parecido a Marte que tenemos en casa.
De momento esto es sólo una hipótesis, pero lo que es innegable es que la evidencia de que hay, o al menos, hubo vida en Marte no hace sino continuar creciendo. Y esperamos que así sea hasta, por fin, encontrarla.
¡Cruzamos los dedos!