Para algunos animales, el sexo se asemeja más a un acto de guerra. En una gran variedad de especies, incluyendo gusanos, arañas, caracoles, y chinches, el macho apuñala a la hembra con el pene, inyectando su esperma directamente en su cuerpo.
Esta extraña estrategia de apareamiento se llama inseminación traumática y ahora se ha descubierto una nueva especie que se suman a la lista de verdugos: un insecto parasítico de la familia de los estrepsipteros llamado Stylops ovinae.
La longanimidad de las mamás
Al igual que otras especies de parásitos de alas retorcidas, macho y hembra S. ovinae llevan vidas muy distintas. Los machos, que viven solo unas pocas horas, vuelan en busca de hembras.
Las hembras, por su parte, permanecen ocupadas parasitando otros insectos, como pueden ser las abejas: casi la totalidad de sus pequeños cuerpos quedan ocultos en el interior de los abdómenes de sus anfitriones. Dada la falta de necesidad de moverse, las hembras carecen de alas, ojos, antenas, patas y genitales.
Para solucionar este problema, el macho se une al abdomen del insecto huésped y luego apuñala con su pene en forma de gancho el cuello de la hembra, del tamaño de una cabeza de alfiler. Una vez hecho esto, inyecta su esperma en su cuerpo, fecundando los óvulos que flotan en su hemolinfa del insecto, el equivalente de la sangre.
La maternidad no es menos espantosa para esta criatura: unas semanas más tarde, las larvas abandonan a su madre después de prácticamente haberla comido viva.
Al tema…
Resulta que las alas no son las únicas cosas retorcidas en este parásito; su vida sexual es igualmente desconcertante. La pareja de S. ovinae invierte un tiempo inusualmente largo en el acto, que oscila entre dos segundos y más de 30 minutos, con un promedio de unos ocho minutos. Esto, cabe decir, es mucho tiempo para un insecto.
Esto es, probablemente, un ardid del macho: es posible que un apareamiento prolongado pueda reducir la probabilidad de que la hembra reciba esperma de otros machos.
¿Quién gana con esto?
Es probable que todas las 6.000 especies de parásitos de alas retorcidas utilicen la inseminación traumática, que ha persistido durante millones de años y ha evolucionado varias veces en diferentes linajes de animales.
Exactamente en qué ayuda a una especie a sobrevivir aún no está claro. Quizás algunos machos se beneficien al poder tener un acceso más fácil a los óvulos de las hembras.
Y mientras que los costes para las hembras a menudo se asocian con lesiones e infecciones, algunos estudios han demostrado que puede haber beneficios también. Por ejemplo, en las chinches, los machos transmiten compuestos que aumentan la capacidad de la hembra para ovar.