La naturaleza es cuna de todo tipo de comportamientos, hábitos y conductas. Hemos visto al pobre antequino macho tratar de reproducirse hasta, literalmente, morir extenuado. Hemos visto el caso del estrepsitero donde la hembra, por motivos evolucionarios, ha perdido las alas, los ojos, las patas y los genitales y lo poco que queda de ella se limita a vivir como un parásito en los cuerpos de otros insectos. Ahora, toca el turno de los digeneos.

(Imagen ampliable) Puede parecer mentira, pero los platelmintos han llegado a inspirar obras de arte. Imagen: M. C. Escher

En su caso, los digeneos llevan vidas mucho más unidas, de manera literal. Estos animales son de la familia (en realidad, del filo) de los platelmintos, que generalmente son parasitarios. Los digeneos parasitan generalmente el sistema digestivo de los vertebrados, entre los que se incluye el ser humano.

Si bien muchos de estos tipos de platelmintos son hermafroditas, es decir, poseen órganos reproductores asociados tanto con el macho como con la hembra, los digeneos están diferenciados en los dos sexos. No obstante, la hembra habitará durante toda su vida en una cavidad que posee el macho especialmente dedicada a ello, como muestra la foto. La fidelidad no tiene límites.

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