Afortunadamente, la gran mayoría de la población sabe que, si se encuentra con que había olvidado la sartén con aceite al fuego y al llegar está en llamas, lo que nunca se debe hacer es tratar de extinguirlas con agua.
Quizás mucha gente no haya visto nunca es qué sucede si lo haces. El siguiente vídeo muestra la reacción que se obtiene al arrojar agua sobre un recipiente con aceite prendido.Esto, más que ser un simple experimento con fuego, como el que mostramos de la botella silbante (y que puedes ver aquí), es una muestra de lo importante que es saber cómo actuar en este tipo de momentos en que hay que tomar decisiones instantáneas.
Por un lado, obtenemos que el agua y el aceite no se llegan a mezclar bien. El aceite está formado por moléculas apolares, mientras que el agua contiene moléculas polares. ¿Qué significa esto? Que los átomos que conforman cada una de las moléculas interactúan entre sí otorgando una carga eléctrica. Los electrones en los átomos de hidrógeno del agua son fuertemente atraídos por el átomo de oxígeno y están, en realidad, más cerca del núcleo del oxígeno que de los del hidrógeno. Por esto, la molécula de agua tiene una carga negativa en el centro y una carga positiva en sus extremos.
Las moléculas de aceite, en cambio, están compuestas por átomos que poseen igual electronegatividad, por lo que las fuerzas con las que éstos atraen a los electrones del enlace son iguales, produciéndose así la anulación de dichas fuerzas.
Puesto que las moléculas de agua son atraídas por moléculas eléctricamente cargadas y el aceite no las posee, permanecen unidas entre sí, excluyendo a este último.
Por otro lado tenemos la densidad de los líquidos. Las moléculas de aceite, al ser mayores que las de agua, contienen asimismo una mayor cantidad de aire entre ellas puesto que no se pueden aglomerar de una forma tan compacta como lo hacen las de agua. Es por esto que al verter agua en aceite, esta caerá al fondo.
Por último, tenemos la temperatura. El aceite en llamas está muy caliente (obviamente). La temperatura de autoignición, aquella en la que el aceite comenzará a arder sin necesidad de estar necesariamente sobre los fogones, es de poco más de 420 grados. Lo que hará que la llama se mantenga será la disponibilidad de oxígeno en el ambiente. En otras palabras, si se añade más oxígeno, se avivarán las llamas.
Al verter agua, ésta automáticamente cae al fondo y no se mezcla con el aceite. Esto significa que no tiene la capacidad de disminuir la temperatura del combustible y, a su vez, aumenta rápidamente de temperatura llegando en un abrir y cerrar de ojos a los 100 grados, el punto de ebullición del agua.
El agua se convertirá en vapor rápidamente, aportando de manera súbita una bocanada ingente de oxígeno a las llamas. El resultado, lo puedes ver en el vídeo adjunto, específicamente a partir del minuto 1.
En vez de esto, prueba a, primero, mantener la calma y apagar los fogones para, seguidamente, tapar la sartén con una tapa metáliza o sofocar las llamas con un paño húmedo.