Japón es conocido por el sushi, las geishas, el monte Fuji, los sogunes, algunas de las artes marciales, los hermanos Yoshida, estudios Ghibli y algunas otras cosas geniales que se nos escapan. Pero también es conocido por otras cosas no tan populares, como los terremotos.

Y es que se podría decir que los terremotos son a Japón lo que los toros son a España: una triste realidad con la que se vive casi a diario y que hace del país un ejemplo a evitar. La diferencia, no obstante, es clara. Japón no puede evitar los terremotos.

Así pues, llevan una vida preparándose para ello, y han instaurado toda una legislación que regula la construcción de edificios. Gracias a esta estricta normativa antisísmica el país “apenas” sufre daños ni tiene que lamentar muerte incluso cuando es sacudido por los mayores terremotos (comparado con el resto de países).

En este vídeo se muestra un ejemplo de ello, en el que los trabajadores de un rascacielos experimentan con aparente calma cómo su edificio, y los de enfrente, son ladeados y se mecen absorbiendo la energía descargada por un terremoto.

¿Y qué terremoto fue este? Precisamente el terremoto de magnitud 9.0 que sacudió las costas de Japón el 11 de marzo de 2011. En otro punto del país, en la prefectura de Fukushima, una central nuclear sobreviviría al terremoto por ser una construcción sólida. Desafortunadamente, dicho terremoto se produjo a unos 70 kilómetros de la costa y provocó un gran tsunami con el que no contaban. El resto de la historia todos la conocemos.

Estas imágenes nos muestran lo importante que es una legislación seria y desarrollada en áreas de riesgo, para evitar daños tanto humanos como materiales.