A veces, creo que los científicos pueden llegar a ser demasiado modestos. Un artículo en la revista científica Science lleva el título: «Material orgánico alifático localizado en la superficie de Ceres«. No suena precisamente melódico y puede que ni siquiera parezca tan importante. Pero lo que los investigadores han descubierto es algo importantísimo. Han hallado compuestos orgánicos (el tipo de moléculas a través de las cuales se originó la vida en la Tierra) en la superficie de Ceres, el asteroide más grande del sistema solar.

Para las personas como yo que estudian asteroides, hallar moléculas orgánicas no es necesariamente sorprendente. Se sabe desde hace más de 200 años que los meteoritos (que son fragmentos de asteroides) contienen una amplia gama de compuestos orgánicos. Y Ceres fue seleccionado como objetivo de la misión Dawn precisamente porque se esperaba que se encontrara material orgánico. Entonces, ¿por qué estoy tan entusiasmado con el descubrimiento? La pista está en las palabras del título: «Alifático localizado».

Comencemos con «localizado». Las moléculas se encontraron en un lugar específico en la superficie: alrededor del cráter Ernutet (a una latitud de 50 ° N y una longitud de 45,5 ° E). Existen dos posibles orígenes para los compuestos orgánicos en Ceres. O bien siempre han estado allí y son nativos del asteroide y por lo tanto parte del material primitivo de que se formó Ceres (y el resto del sistema solar), o los compuestos orgánicos se agregaron más tarde, a través del impacto de cometas, otros asteroides o polvo interplanetario. En cualquier caso, el material orgánico debería distribuirse más o menos uniformemente sobre la superficie, en vez de estar agrupado en un área específica. El significado de la observación no es tanto el hallazgo de compuestos orgánicos en Ernutet, sino que no los encuentre en todas partes.

(Imagen ampliable) Imagen compuesta de la sonda Dawn. Las áreas más rosadas muestran abundancia en compuestos orgánicos y las verdes carencia de ellos. Imagen: NASA/JPL-Caltech/UCLA/ASI/INAF

Pasemos al segundo término: alifático. Las moléculas orgánicas se dividen en dos grandes tipos: aromáticas y alifáticas. En las primeras, los átomos de carbono están dispuestos en anillos que pueden acumularse en vastas redes de moléculas. Por otro lado, los compuestos alifáticos son cadenas de átomos de carbono. Y sabemos que los compuestos aromáticos son generalmente más robustos y más resistentes a la radiación y al calor que moléculas alifáticas con el mismo número de átomos de carbono.

En la superficie activa de un asteroide como Ceres, sería más probable que sobrevivieran los compuestos aromáticos que los alifáticos. Esto se refleja también en los meteoritos con mayor riqueza en carbono, donde los compuestos aromáticos son, de lejos, el componente más abundante en la mezcla interna de compuestos orgánicos aromáticos y alifáticos que contienen. Sin embargo, las moléculas orgánicas que se han detectado en Ceres son complejos compuestos alifáticos que, en la naturaleza, asemejan sustancias bituminosas.

¿La cuna de la vida?

Entonces, ¿cómo interpretamos estas observaciones confusas, que provienen del espectrómetro de mapeo de luz visible e infrarroja de la sonda espacial Dawn?

Los autores argumentan que es poco probable que los compuestos orgánicos procedan del impacto de otro cuerpo con Ceres, ya que la naturaleza específica de los compuestos orgánicos que se han detectado implica que se habrían degradado o destruido por las altas temperaturas de la colisión. Es también probable que la colisión con otro cuerpo hubiera mezclado cualquier materia orgánica con el material de la superficie, no dejándolos concentrados en la forma en la que están.

Así pues, los autores deducen que los compuestos son probablemente originarios de Ceres. Esta idea se ve reforzada por el hecho de que las moléculas se encuentran junto con carbonatos y arcillas que contienen amoníaco. Estos han sido observados en muchas regiones de Ceres, y se cree que fueron producidos por procesos hidrotermales (reacciones que implican el agua caliente) en el planeta enano: algo que sabemos que también puede terminar por producir material orgánico en la Tierra [y razón por la que hallarlas en Marte provoca tanta emoción].

(Imagen ampliable) Imagen completa de Ceres. Imagen: NASA / JPL-Caltech / UCLA / MPS / DLR / IDA / Justin Cowart, CC BY-SA

De hecho, los datos muestran que los carbonatos y las arcillas son más abundantes alrededor de Ernutet que en el paisaje circundante. Los procesos hidrotermales, iguales a los que ocurren en las aguas termales de la Tierra [u ocurrieron históricamente en Marte], pudieron haber estado activos en el pasado en Ceres, cuando las profundidades del asteroide eran más calientes que ahora, propiciando la formación de los compuestos orgánicos. No obstante, esto también significa que el mecanismo que llevó los minerales a la superficie de Ernutet (y no a ninguna otra parte) es desconocido.

La combinación de agua caliente y material orgánico es extremadamente emocionante. Una vez que se tiene un ambiente propicio para la producción de materiales orgánicos (especialmente uno que también incluye arcillas con contenido en nitrógeno que se sabe que catalizan otras reacciones) no resulta impensable postular que Ceres llegó a tener (y tal vez todavía tiene) todos los ingredientes esenciales para la formación de los productos químicos que, en la Tierra, eventualmente llevaron al origen de la vida.

Ernutet es la diosa egipcia de la fertilidad o de la alimentación. ¿No sería maravilloso si el hallazgo de moléculas orgánicas en un cráter bautizado en honor a ella terminara por ser la primera indicación de una cuna de vida no terrestre?

Artículo original publicado por The Conversation. Revisado y traducido por ¡QFC!

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