El nivel medio del mar a escala global ha aumentado en más de 20 cm desde 1980, es decir, a un ritmo de 0,5 mm por mes, según una investigación del Centro Vasco para el Cambio Climático (BC3) publicada en Frontiers in Marine Science. Estas son estadísticas aterradoras para las ciudades costeras vulnerables de Europa, incluyendo Barcelona, Estambul, Dublín y otras. Con los hogares, las infraestructuras y, de hecho, enteras economías en juego, es crucial que las autoridades comprendan la magnitud del riesgo que corren estas ciudades y tomen medidas para gestionarlo.
Para empezar, es importante revisar estas afirmaciones en detalle, ya que las predicciones pueden variar mucho dependiendo de factores tales como el calentamiento de los océanos y el índice de derretimiento de las capas de hielo en Groenlandia y la Antártida. Una inspección más cercana aparecida en el estudio del BC3 muestra que los autores habían malinterpretado los datos, ya que las fuentes originales ofrecía un aumento del nivel del mar mucho más conservador, de 20 cm desde 1880, es decir, un ritmo de 1,5 mm al año [no hace mucho, vimos cómo se puede detectar el impacto del hombre en el medio ambiente desde 1830, que puedes leer aquí]. Esta nueva cifra se sitúa en el mismo nivel que las estimaciones del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático y otras investigaciones recientes, lo que la convierte en una figura más creíble.
A continuación, las autoridades deben comprender la naturaleza del riesgo asociado con el aumento del nivel del mar. A pesar de que el aumento del nivel del mar puede significar la invasión del océano de las zonas costeras desarrolladas, este no es el único riesgo, y ni siquiera es el más grave. El aumento del nivel del mar es un factor importante en el cambio climático, que también aumenta el riesgo de tormentas costeras e inundaciones de las ciudades costeras europeas. [Ya vimos en esta historia cómo la subida del nivel del mar ya había hecho desaparecer varias de las Islas Salomón en los últimos años.]
Mares tempestuosos
Las tormentas y la intensidad o «magnitud» de las tormentas, en lugar de un aumento en su frecuencia, son factores difíciles de predecir debido a su variabilidad natural. Las predicciones tienden a basarse en modelos matemáticos complejos para la predicción. En el Reino Unido, por ejemplo, los científicos de la Universidad de Reading y la Oficina Meteorológica detectaron un aumento en el número de tormentas desde 1910, en parte debido al cambio climático. Sin embargo, el conjunto de modelos a menudo muestra variabilidad en los resultados en cuanto a frecuencia y magnitud, pasando de ningún cambio en absoluto, a un aumento más rápido a lo largo del siglo XXI.
De hecho, estas tormentas podrían provocar un mayor impacto costero y una mayor erosión, ya que causan un rápido aumento en el nivel medio del mar, en comparación con el impacto experimentado por la subida del nivel del mar a largo plazo.
Por toda Europa, las ciudades, las infraestructuras de transporte y la industria principal se encuentran a menudo ubicadas en zonas costeras. Estos activos costeros son vulnerables a la amenaza que suponen el cambio del nivel del mar y la amenaza de las tormentas. El aumento extremo del nivel del agua asociado con oleajes causados por tormentas es particularmente preocupante. Una tormenta acaecida en 2005, por ejemplo, llegó a provocar un oleaje que añadió 1,5 metros a la marea más alta en el norte de Escocia y el archipiélago de las Hébridas. Y en 2013, una tormenta en el sur de Inglaterra elevó los niveles de agua en algunas localidades en 5-6 metros adicionales.
Edificando resistencia
Para proteger a las ciudades costeras de Europa de tales desastres, la Agencia Europea del Medio Ambiente ha sugerido a las autoridades que encuentren maneras de mejorar la resiliencia. Esto significa encontrar formas de adaptarse y disminuir el impacto del cambio climático, invirtiendo en medidas preventivas a largo plazo. [En ¡QFC! hemos dedicado varias historias al cambio climático, a su evolución, a las razones y a la aportación del ser humano a la tecnosfera y al derretimiento del ártico, por poner varios ejemplos.]
Esto podría suponer cualquier mejora desde una mejor planificación urbana con consultas clave a través de una amplia gama de expertos, incluyendo científicos climáticos, gerentes de zonas costeras y administradores de infraestructuras, hasta el aumento del número y el tamaño de áreas verdes y el límite de la construcción en llanuras inundables.
En particular, los planificadores necesitan empezar a alejarse de las soluciones de ingeniería rígidas como las barreras al mar y las escolleras. En cambio, deben considerar trabajar con los procesos naturales para aumentar la resiliencia costera. Por ejemplo, muchas zonas costeras europeas cuentan con extensos humedales y sistemas de playas, que pueden proporcionar un «colchón» natural contra el impacto del aumento del nivel del mar y los oleajes de las tormentas intermitentes.
No obstante, puede ser difícil convencer a los habitantes de las zonas costeras de que tengan confianza en este tipo de soluciones «más suaves», como son el mantenimiento de las playas y la restauración de los humedales. La educación es clave aquí, para explicar cómo pueden ayudar estas medidas.
Todavía queda mucho por hacer. Muchas ciudades están empezando a desarrollar e implementar estrategias para gestionar el impacto del cambio climático. Deben ser enfoques a largo plazo, no ‘parches’ a corto plazo, y como tal, tomará tiempo hasta que las autoridades obtengan el impulso político necesario y los fondos para invertir en la mitigación de los riesgos costeros. Un enfoque integral que considere los procesos costeros naturales, la planificación urbana y la vulnerabilidad económica es crucial para construir la resiliencia y proteger las ciudades costeras del cambio climático.
Artículo original publicado por The Conversation. Revisado y traducido por ¡QFC!