Tardará más de seis años en llegar allí. Pero si se encuentran los largamente esperados signos de vida en Europa, la nueva propuesta conjunta norteamericano-europea a la enigmática luna de Júpiter habrá valido la pena.

El plan, llamado ‘Misión Conjunta a Europa‘ fue presentado en abril de 2017 en Viena, Austria, en la reunión anual de la Unión Europea de Geociencias. Si se acuerda plenamente, la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA por sus siglas en inglés) unirán fuerzas para planificar y montar la misión, la cual podría lanzarse a mediados de los 2020.

«La idea es que si pensamos que explorar Europa en busca de vida es importante, debería ser una aventura internacional», dijo Michel Blanc del Instituto de Investigación de Astrofísica y Planetología de Toulouse, en Francia. «El objetivo final es aterrizar en la superficie y buscar biofirmas [que revelen la presencia presente o pasada] de vida».

Europa es considerada un caldero potencial para la vida, porque se cree que se esconden bajo su superficie helada un océano donde la vida podría evolucionar. [Puedes ver más acerca de esto en nuestra histoia «¿Podría Europa albergar vida? ¿Y si la tuviéramos como luna?«] El descubrimiento de una pluma acuosa que emergió de la superficie en 2013 creó más emoción, y la idea se vio reforzada con el reciente descubrimiento de hidrógeno en penachos similares en Encélado, la luna de Saturno [fascinante historia que también cubrimos y que puedes leer aquí].

Blanc dijo que la Misión Conjunta a Europa tendría tres elementos principales. Lo más importante sería hacer aterrizar un módulo de descenso en la superficie de la luna durante 35 días para muestrear y revisar el material en busca de huellas de vida, como biomoléculas y metabolitos.

Al mismo tiempo, tras haber entregado el módulo de descenso, una nave orbital pasaría tres meses tomando medidas láser, magnéticas y sísmicas para desentrañar más acerca de la estructura básica del cuerpo. Se centraría en la composición y el grosor del océano, que ya se consideraba salobre y rico en sales de magnesio tras las observaciones previas de filtraciones a la superficie por otras sondas espaciales que lo han sobrevolado.

Finalmente, el orbitador colisionaría contra la luna, pero reuniría y transmitiría datos sobre la composición de la tenue atmósfera de Europa a lo largo de su descenso, identificando cualquier tipo de gases que pudieran estar relacionados con la vida como el dióxido de carbono y el oxígeno.

Uniendo fuerzas

(Imagen ampliable) Esta representación artística ilustra un diseño conceptual para una potencial misión futura de aterrizar una sonda robótica en la superficie de la luna Europa de Júpiter. El módulo se muestra con un brazo de muestreo extendido, habiendo excavado previamente una pequeña área en la superficie. El plato circular en la parte superior es una antena de alta ganancia de doble propósito y un mástil para la cámara, con cámaras de imagen estéreo montadas en la parte posterior de la antena. Las tres formas verticales situadas alrededor del centro superior del módulo de aterrizaje son puntos de fijación para cables que podrían bajar la sonda desde una grúa aérea, que se presenta como el sistema de aterrizaje para este concepto de misión.

Si todo sale como se espera, la misión durará seis años y medio. La nave tardaría casi cinco años en alcanzar Júpiter y realizar el resto de maniobras en órbitas Jovianas para alcanzar finalmente Europa. También habría que abordar dos peligros clave al diseñar el equipo: la intensa radiación alrededor de Júpiter y la necesidad de evitar contaminar Europa con organismos ‘clandestinos’ de la Tierra.

Blanc dijo que el módulo de aterrizaje sería diseñado por la NASA, y las dos agencias combinarían fuerzas para construir los otros componentes usando sus respectivas fortalezas. La NASA ya tiene una misión a Europa en desarrollo, oficialmente apodada Europa Clipper, pero el orbitador no aterrizará.

Del mismo modo, la ESA está planeando una misión a Ganímedes, otra de las lunas de Júpiter. Pero este plan presentado es el primero en buscar específicamente signos de vida y colocar un módulo de aterrizaje en la superficie.

Aunque el plan es completamente nuevo, se basa en anteriores propuestas de la NASA para explorar Europa, incluyendo uno presentado a principios de 2016. «Esta es principalmente una idea dirigida por la NASA», dijo Luigi Colangeli, jefe del sistema solar de la ESA, quien también asistió a la sesión. «Ahora estamos esperando conocer la respuesta a nuestras propuestas del lado de la NASA».

«Hay un gran entusiasmo por esto por ambas partes», dijo Jakob van Zyl, director de exploración del sistema solar en el Jet Propulsion Laboratory de la NASA en Pasadena, California, que asistió a la sesión de presentación.

Artículo original publicado por New Scientist. Revisado y traducido por ¡QFC!

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