(Imagen ampliable) Ala del enantiornites al microscopio. Imagen: Royal Saskatchewan Museum (RSM/ R.C. McKellar)

Cuando se reveló por primera vez la posibilidad de que las plumas de las aves antiguas pudieran sobrevivir a la fosilización, el anuncio sacudió al mundo científico. Hasta entonces, se creía que solamente los tejidos duros podrían sobrevivir el proceso de convertirse en fósiles, pero a medida que iba aumentando poco a poco la evidencia recolectada de tejidos blandos se comprendió que éstos, que incluyen por ejemplo las plumas de las aves y las de los dinosaurios, pueden de hecho sobrevivir durante decenas de millones de años. No obstante, esa no es la única manera en la que pueden sobrevivir los tejidos blandos.

(Imagen ampliable) Imagen del ala mostrando zarpa y área más pálida en el plumaje. Imagen: RSM/ R.C. McKellar

Un nuevo estudio, publicado en Nature Communications, describe el sorprendente descubrimiento de dos alas de aves conservadas en ámbar que datan de alrededor de 99 millones de años. El hallazgo es muy importante: los anteriores hallazgos de alas fosilizadas están generalmente preservadas en sólo dos dimensiones debido a la naturaleza de la preservación de fósiles. Alguna pluma excepcional se había encontrado antes en ámbar, pero siempre se encontraba disociada del tejido blando en la que una vez se encontraba incrustada. Pero no ha sido así en estos nuevos hallazgos.

(Imagen ampliable) Imagen de microscopio que muestra las plumas de vuelo dispuestas en entrelazado. Imagen: RSM/ R.C. McKellar

Los descubrimientos salen de los depósitos de ámbar de Birmania, que datan de mediados del Cretácico. Estos depósitos contienen una sorprendente variedad de insectos, plantas y animales perfectamente conservados en la resina de árbol fosilizada (que recibe el nombre de ámbar. A día de hoy, estos depósitos siguen revelando más destacados y mayores descubrimientos. Se podría decir que este último descubrimiento añade una nueva guinda al pastel.

Los fósiles son solamente alas parciales, pero a partir de ellas los investigadores han sido capaces de aprender mucho sobre las aves antiguas y su morfología. Han sido capaces de ver los primeros ejemplos de los folículos pilosos y las disposiciones de la pluma durante el Cretácico, y mediante el uso de escaneo de micro-CT de rayos X, fueron capaces de examinar la estructura y la disposición de los huesos en los fragmentos de alas preservados. Las púas en las plumas muestran que éstas se disponían en entrelazado, lo que sugiere que las aves poseían suficiente potencia de vuelo, un hallazgo consistente con otros fósiles tradicionales. Este tipo de técnicas puede dar lugar a imágenes excepcionales, como mostramos no hace mucho en ¡QFC! con maravillosas fotografías de las plumas de un pavo real. Puedes ver la historia «las magníficas plumas del pavo real, más impresionantes bajo el microscopio«, aquí.

(Imagen ampliable) Representación sobre cómo el ave pudo haberse quedado atrapada en ámbar. Imagen: Chung-tat Cheung

El tamaño de las alas sugiere firmemente que pertenecían a animales jóvenes de un grupo extinto de aves conocidas como Enantiornithes. Dado que estos polluelos contaban con plumas bien desarrolladas, sin embargo, los investigadores sospechan que se trataban de crías «precoces», que es el nombre que reciben las crías cuando al salir de los huevos ya son relativamente maduras y móviles, a diferencia de los polluelos que permanecen en los nidos desplumados y ciegos, que son crías «altriciales».

Estas impresionantes alas fosilizadas muestran que la mayoría de los tipos de plumas que se encuentran en las aves modernas ya estaban presentes en aquellas aves que habitaban en los bosques del Cretácico hace unos 100 millones de años. No sólo eso, sino que incluso presentan tanto una pigmentación, como una disposición del ala, como una microestructura similares.

(Imagen ampliable) Detalle del plumón de las aves fosilizado. Imagen: RSM/ R.C. McKellar
(Imagen ampliable) Imagen entera de uno de los fósiles. Imagen: RSM/ R.C. McKellar