A pesar de numerosos engaños e historias sensacionalistas extrañas, sólo ha habido un caso confirmado de una persona golpeada por un meteorito en la historia de la humanidad: Ann Hodges.

Su historia comienza el 30 de noviembre de 1954, poco después del mediodía, cuando se encontraba echando una siesta en el sofá en el pequeño pueblo de Oak Grove, cerca de Sylacauga, Alabama. Sin previo aviso, un meteorito del tamaño de un pomelo atravesó su techo, rebotó contra su gran radio de madera, y la golpeó en la parte superior de la cadera. Sorprendentemente, la única lesión que sufrió fue una contusión de aspecto desagradable.

(Imagen ampliable) Ann Hodges muestra una mirada perdida mientras examinan el orificio de entrada del meteorito. Imagen: Regine Petersen

La declaración realizada por Ann acerca del meteorito coincidía con total precisión con avistamientos locales de una luz roja brillante que había cruzado el cielo ese mismo día.

También es cierto que, viéndose afectadas por la paranoia de la Guerra Fría, muchas personas de la pequeña ciudad creyeron que la luz podría haber sido la de un misil o un avión.

Que ocurran extrañas apariciones extraterrestres en una pequeña y polvorienta ciudad estadounidense después de la guerra parece algo que inicialmente no se puede creer a pies juntillas. Pero esta extraña historia en realidad ha sido documentada en informes científicos financiados por la NASA.

«Tienes una mayor probabilidad de ser golpeado por un tornado y la descarga de un rayo y un huracán, todo al mismo tiempo», Michael Reynolds, declaró un astrónomo de la Florida State College a National Geographic en una conversación sobre Ann Hodges en 2013.

(Imagen ampliable) El Meteorito de Hodges (Meteorito de Sylacauga). Imagen: Museo de Historia Natural de la Universidad de Alabama

Pero la historia del meteorito, que ahora se conoce como el meteorito Sylacauga, no terminó ahí, según informó el periódico local Decatur Daily informó en 2006.

Un suertudo agricultor, Julius Kempis McKinney, se encontró con otro fragmento del meteorito mientras recogía leña a unos pocos kilómetros de distancia. Se las arregló para vender su parte a un abogado que lo compró en nombre de la Institución Smithsonian en Washington, DC.

Ann Hodges, no obstante, no tuvo tanta suerte con su fragmento. Una feroz batalla legal terminó por rodear la propiedad de la roca espacial, que se había convertido en un foco de curiosidad y había recibido la atención de los medios de comunicación. La casera de la casa y los funcionarios del gobierno también estaban dispuestos a poner sus manos en el ahora famoso y valioso meteorito.

(Imagen ampliable) La radio contra la que rebotó el Meteorito de Hodges

Finalmente, después de que Hodges terminara por cansarse de espantar a turistas dando vueltas fuera de su casa y tener un breve encuentro con la Fuerza Aérea de los EE.UU., el fragmento fue donado al Museo de Historia Natural de Alabama en 1956, donde todavía reside feliz hoy junto con otros 2.000 meteoritos.

Sin embargo, esta no es la única lesión existente relacionada con un meteorito. A principios de este año, se difundieron afirmaciones acerca de un hombre indio que había fallecido a causa de la caída de una roca espacial, dejando un agujero en el suelo. La NASA, más tarde, cuestionó esta afirmación, diciendo que no era congruente con el tamaño del cráter.

Finalmente, también está la famosa historia del meteorito Nakhla, acerca del cual existen leyendas urbanas que dicen que vaporizó un perro cuando cayó en 1911. Esa historia también ha sido cuestionada. Pero la de Hodges, al parecer, es una historia legítima.