Poco a poco los robots están dejando de ser esas toscas y estúpidas máquinas que solían ser, incapaces de realizar nada por sí mismas a menos que un humano las programara para ello.
Ahora la programación pura y dura está dando paso a la práctica y el perfeccionamiento del sistema. Quizás uno de los casos más claros que tengamos sea el de Pepper, un robot japonés que a simple vista puede no parecer tan sorprendente, pero que guarda un secreto en su frío e inerte interior.
Y es que Pepper es capaz de “aprender” un movimiento para así centrarse en desarrollarlo hasta conseguir un resultado óptimo. Ejemplo de esto es el siguiente vídeo, que muestra a Pepper aprendiendo a jugar al boliche. Primero aparece la demostración, que es la base sobre la que el robot aprende y mejora, y a partir de ahí se sucede una serie de repeticiones. El vídeo muestra los resultado cada 10 intentos, hasta llegar a los 100. A partir de ahí, el equipo realiza pruebas adicionales para probar la trayectoria óptima.
Este robot humanoide fue diseñado en 2014 con la intención de leer las emociones humanas, poder interactuar con las personas y, en última instancia, hacerles felices. Su precio de salida en febrero de 2015fue de poco menos de 200.000 yenes (2.000 dólares americanos o poco más de 1.500 euros).
Al robot, claramente nulo en la tarea al principio, no le hacen falta más de 100 intentos para conseguir su primer éxito en el juego. Eso sí, una vez lo ha conseguido, echa un vistazo al resto.