Nuestro sistema solar y sus complejidades y sus órbitas nació de la explosión de una pequeña estrella hace más de 4 mil millones de años.

Un equipo de investigación, dirigido por el Profesor de la Escuela de Física y Astronomía de la Universidad de Minnesota, Yong-Zhong Qian, usó nuevos modelos y meteoritos para demostrar que una supernova poco masiva desencadenó la formación de nuestro sistema. Los hallazgos fueron publicados en Nature Communications.

En particular, hace 4.600 millones de años, una nube de gas y polvo que eventualmente formó nuestro sistema fue «perturbada». Esto causó un colapso gravitacional que dio origen al proto-Sol, en cuyo disco circundante nacerían los planetas. Ahora se cree que una supernova, que es una estrella que explota al final de su ciclo de vida, habría generado la energía necesaria para comprimir tal nube de gas. Hasta ahora, no obstante, dada la ausencia de evidencia para apoyar esta teoría, la naturaleza de la supernova originaria se había mantenido esquiva.

(Imagen ampliable) Nebulosa del cangrejo. Imagen: NASA, ESA, J. Hester and A. Loll (Arizona State University)

Qian y su equipo estudiaron núcleos de corta vida del sistema solar temprano encontrado en meteoritos que datan 4.6 mil millones años. Los meteoritos se describen como «los ladrillos y escombros de un sitio de construcción» y pueden revelar de qué estaba hecho el sistema solar temprano. Debido a su corta vida, los núcleos en estos meteoritos sólo podrían haber venido de la supernova, explicó el equipo.

«Esta es la evidencia forense que necesitamos para ayudarnos a explicar cómo se formó el sistema solar», dijo Qian. «Apunta a una supernova poco masiva como el gatillo».

Qian es un experto en la formación de núcleos en supernovas y su investigación anterior se ha centrado en cómo ocurre en supernovas de diferentes masas. Su equipo incluye el autor principal del artículo, Projjwal Banerjee, Alexander Heger de la Universidad de Monash, Australia, y Wick Haxton de la Universidad de California, Berkeley, en Estados Unidos.

Qian y Banerjee se dieron cuenta de que los esfuerzos previos en el estudio de la formación del sistema solar se centraban en un detonante de una supernova de gran masa, que habría dejado atrás un «conjunto de huellas nucleares» no presente en el registro meteórico.

Con esto en mente, el equipo probó para ver si una supernova de baja masa, unas 12 veces más pesada que nuestro Sol, podría explicar el registro meteórico. Comenzó su investigación examinando el berilio-10, un núcleo de corta vida ampliamente encontrado en meteoritos.

Usando nuevos modelos de supernovas, Qian descubrió que el Berilio-10 podría haber sido producido por la espalación de neutrinos en supernovas de masas tanto bajas como altas. Sin embargo, sólo es consistente con los registros una supernova de baja masa que hubiera desencadenado la formación del sistema solar.

«Los hallazgos en este documento han abierto una nueva dirección en nuestra investigación», dijo Qian. «Además de explicar la abundancia de Berilio-10, este modelo de supernova de baja masa también explicaría los núcleos de vida corta de Calcio-41, Paladio-107, y algunos otros encontrados en meteoritos. Aquello que no puede ser explicado se debe atribuir a otras fuentes que requieren un estudio detallado».

Artículo originalmente publicado en Wired. Revisado y traducido por ¡QFC!

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