Se rumoreaba que los tiburones de Groenlandia (Somniosus microcephalus) eran de larga vida. El intrigado biólogo marino John Steffensen de la Universidad de Copenhague, en Dinamarca, recogió un trozo de espina dorsal de un tiburón de Groenlandia capturado en el Atlántico Norte, con la esperanza de que tuviera anillos de crecimiento que pudiera contar para calcular la edad del animal. No encontró ninguno, por lo que consultó a Jan Heinemeier, experto en datación por radiocarbono en la Universidad de Aarhus, en Dinamarca. Heinemeier sugirió usar el cristalino del ojo del tiburón en su lugar. Su objetivo no era contar los anillos de crecimiento, sino medir las diversas formas de carbono del cristalino, lo que puede dar pistas sobre la edad de un animal.

(Imagen ampliable) Tiburón de Groenlandia. Imagen: NOAA Ocean Explorer

A partir de ahí vino la parte difícil. Steffensen y el estudiante de posgrado Julius Nielsen pasaron varios años recogiendo tiburones de Groenlandia muertos, la mayoría de ellos accidentalmente atrapados en redes de arrastre utilizadas para capturar otros tipos de peces. Después de eso, emplearon una técnica inusual: buscaron altas cantidades de carbono 14, un isótopo pesado dejado atrás por pruebas de bombas nucleares a mediados de los años cincuenta. El carbón extra proveniente del «carbono bomba» resultante había infiltrado los ecosistemas oceánicos a principios de los años sesenta, lo que significa que las partes del cuerpo inertes formadas durante este tiempo (en particular los cristalinos de los ojos) también tienen una mayor cantidad del elemento pesado. Utilizando esta técnica, los investigadores concluyeron que dos de sus tiburones, ambos de menos de 2,2 metros de largo, nacieron después de los años sesenta. Un otro pequeño tiburón nació alrededor de 1963.

El equipo utilizó estos tiburones bien datados como puntos de partida para crear una curva de crecimiento que podría estimar las edades de los otros tiburones basados ​​en sus tamaños. Para ello, comenzaron con el hecho de que los tiburones de Groenlandia tienen 42 centímetros de largo al nacer. También se basaron en fechas de radiocarbono. En este caso, los investigadores correlacionaron las fechas de radiocarbono con la longitud del tiburón para calcular la edad de sus tiburones. El más viejo tenía 392 años, más-menos 120 años, según publicó la revista Science. Esto convierte a los tiburones de Groenlandia en los vertebrados más longevos por un enorme margen. El siguiente más longevo es la ballena boreal, con 211 años. Y dado el tamaño de la mayoría de las hembras preñadas, de cerca de 4 metros, se estima que deben tener al menos 150 años antes de tener crías.

La longevidad de estos tiburones es «asombrosa», ya que los océanos son lugares bastante peligrosos, observa, donde los depredadores, la escasez de alimentos y las enfermedades pueden atacar en cualquier momento.

«¿Quién habría esperado que las bombas nucleares [un día] pudieran ayudar a determinar la longevidad de los tiburones marinos?», pregunta Steffensen.

Artículo original publicado por Science. Adaptado y traducido por ¡QFC!

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