Los arpones están listos. La flota ballenera noruega zarpa esta semana, con una cuota para matar a 999 ballenas de minke (también conocidas como rorcuales aliblancos o ballenas enanas). Los mamíferos serán capturados por su carne, y es probable que el 90 por ciento de la caza sea de hembras preñadas. [Y quizás muchas con plástico en sus entrañas, como os mostramos en este vídeo.] Por su lado, la flota de Japón acaba de regresar a puerto con su cargamento de 333 ballenas de minke, pero se embarcará de nuevo pronto para cazar rorcuales norteños (también conocidos como rorcuales sei), catalogadas como especie amenazada, en el Océano Pacífico norte, alegando que es para la investigación científica.

Esto sucede al mismo tiempo que un nuevo informe, emitido por un panel de la Comisión Ballenera Internacional (el organismo que introdujo una moratoria sobre la caza comercial de ballenas en 1996) vuelve a condenar la innecesaria matanza de ballenas para la investigación científica. El informe rechaza la razón esgrimida por las autoridades japonesas de matar ballenas en el Pacífico Norte para la investigación científica, ya que «la propuesta no justifica adecuadamente la necesidad del muestreo letal», dice. El panel recomienda no matar a más ballenas hasta que se hayan realizado y revisado estudios adicionales.

Los grupos de conservación dicen que el informe del panel se suma a la creciente evidencia de que el programa de caza científica de Japón no tiene ninguna justificación científica.

«Es otro ejemplo de cómo cuando un panel independiente mira la ciencia presentada, no ve ningún valor en ella», dice Matt Collis, del Fondo Internacional para el Bienestar Animal. “Es tan increíblemente inútil”.

Noruega, por su parte, continúa la caza de ballenas con fines comerciales.

Artículo original publicado por New Scientist. Revisado y traducido por ¡QFC!