Los mapas siempre han fascinado a la humanidad. No sólo han sido tremendamente útiles para la navegación (por tierra y por mar) y para la supervivencia; desde tiempos inmemoriales han causado fascinación y la cartografía se ha considerado todo un arte.
Siguiendo esta línea, el artista y músico argentino Pablo Carlos Budassi se embarcó en la creación de una de las vistas más impresionantes del universo. La inspiración llegó durante el cumpleaños de su hija, mientras jugaba con hexaflexágonos (tiras de papel dobladas triangularmente y unidas en sus caras finales formando hexágonos reversibles, con los que muchos hemos jugado de niños sin conocer su nombre). Al dibujar en las distintas caras imágenes del cosmos, recordó la fascinación que le causó un mapa previamente creado por científicos de la Universidad de Princeton, EE.UU., publicado por The Astrophysical Journal, en que se mostraba tanto el cinturón de Kuiper (una especie de velo de cometas que envuelve el área del sistema solar más allá de los planetas exteriores) así como todas las galaxias y cuásares identificados por el Sloan Digital Sky Survey (un pantagruélico proyecto iniciado en 2000 dedicado a cartografiar y registrar la totalidad del cosmos).
Tras tomar imágenes de la NASA, fue capaz de recrear el cosmos de la manera más antropocéntrica posible: con el Sistema Solar en el centro. Utilizó una perspectiva logarítmica, por lo que los objetos van disminuyendo de tamaño conforme se acercan al borde.
En primera plana se puede observar el Sol, rodeado por los planetas interiores (Mercurio, Venus, la Tierra y Marte), el cinturón de asteroides, los planetas exteriores (Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno), el cinturón de Kuiper, la nube de Oort, la Vía Láctea (se puede apreciar claramente nuestro remoto lugar en uno de sus brazos) y las galaxias más cercanas (como por ejemplo Andrómeda, la más cercana de todas a tan sólo 2.5 millones de años luz).
Más cerca del borde se puede apreciar la telaraña cósmica, un intrincado sistema de conexiones de materia a través del cual se organizan las galaxias. La telaraña cósmica, junto con enormes espacios intercalados entre las galaxias llamados vacíos, se compone de hilos entretejidos que proporcionan la estructura básica de todo el universo.
Casi en el borde se puede apreciar la radiación cósmica de fondo, que proviene directamente del Big Bang y es perfectamente detectable.
Finalmente, en el borde del mapa se puede apreciar un anillo de plasma de quarks-gluones, que se cree existió inmediatamente tras el Big Bang durante los primeros 20 o 30 microsegundos, los cuales son los elementos básicos de los que está compuesta la materia.
Este mapa, además de esclarecedor, supone un viaje en el tiempo a los orígenes de toda la existencia, ya que cuanto más lejana es la estrella que observamos, más antigua es la luz que nos llega.