Los vampiros son una de las criaturas del folclore popular más famosas, y de hecho tan extendida llegó a ser la creencia popular en ellos que llegaron a protagonizar casos de histeria masiva en la Europa del siglo XVIII.
Pero imaginemos por un momento que estás en casa en plena soledad y llama a la puerta alguien. Al abrirla, te encuentras con la figura de alguien conocido, aquel buen amigo a cuyo funeral asististe unos días atrás. No das crédito a lo que tienes ante ti. Su aspecto está muy cambiado y es lamentable: su cuerpo está hinchado, y la piel ha adquirido una tonalidad purpúrea. Está claro que precisa de tu ayuda, y sin apenas recapacitar en ello, le invitas a pasar.
Y ahí has cometido el último fallo de tu vida.
Es un vampiro, y se alimentará de tu esencia vital, que reside en tu sangre, antes de volver de nuevo a su tumba a descansar.
La pregunta natural y racional que te haces es “¿durante cuánto tiempo puede emanar sangre de mis venas minimizando el efecto en mis constantes vitales?”
Resulta que esta misma pregunta se la hicieron los estudiantes de la Universidad de Leicester, y publicaron los datos en la revista Journal of Physics Special Topics en un artículo titulado “el drenaje de toda una vida.”
Tras establecer un número suficiente de condiciones, como un efecto desdeñable de la gravedad, el modelado de la aorta y carótida como tubos no rugosos, que el vampiro no ejerce presión sobre su mordedura, una presión atmosférica de 1 atm, la ingesta de sangre que fluye sin necesidad de succionarla, un tamaño de la aorta de 4 centímetros, la división de ésta en 5 arterias (entre las que se encuentra la carótida) todas de diámetro igual a medio centímetro, la división de la carótida a su vez en dos arterias de igual tamaño (carótida interna y carótida externa) de medio centímetro también y dos agujeros de medio milímetro perforados en las arterias gracias a los colmillos del vampiro… ¡Buf!
Los estudiantes concluyeron que un vampiro podría extraer de tu cuerpo a través de la arteria carótida externa un 15% de tu sangre (0.75 litros), lo suficiente como para no afectar tus constantes vitales, en 6.4 minutos. El artículo apunta cómo este estudio se podría complementar, por ejemplo, asumiendo una mayor pérdida de sangre del 15% del total, y el efecto extra si el vampiro succionara la sangre en vez de únicamente beberla.
Así pues, 6.4 minutos es el tiempo necesario para que tu difunto amigo se alimente de un 15% de tu sangre sin afectar tus constantes vitales, antes de volver saciado y satisfecho a su tumba.
Por supuesto, todo este estudio trata de algo que no existe, como son los vampiros, pero antes de afanarse en desacreditar el esfuerzo de los estudiantes, es necesario comprender el fundamento del mismo. La revista donde se ha publicado, el Journal of Physics Special Topics, está dedicada para permitir que los estudiantes puedan hacer uso de su imaginación y lleguen a aplicar su conocimiento a temas raros y maravillosos, aportándoles a su vez una muy valiosa práctica en la publicación de artículos científicos académicos. Sin duda es una muy útil iniciativa de la Universidad de Leicester para ayudar a sus estudiantes del Departamento de Física y Astronomía.
(A modo de nota, la descripción del vampiro más arriba atiende al folclore original eslavo, griego y del este de Europa en general en el que los vampiros son seres hinchados, amoratados, con restos de sangre emanando por ojos y boca, pero que no podían acceder a menos que fueran o hubieran sido con anterioridad invitados a pasar, una sola vez. Muchos años más tarde y con la publicación de varias novelas como «El Vampiro» de John Polidori en 1819 o «Dracula» de Bram Stoker en 1897, los vampiros adquirieron muchas otras características nuevas, inexistentes hasta entonces. Probablemente una persona de la época medieval sería incapaz de reconocer lo que nosotros, hoy, denominamos «vampiro.» Entre otras cosas, y para evitar polémica sobre el título de la historia ya que algunos dirán «el perjuicio sucede con la mordida, ya que te convertirías en vampiro, por lo que no tiene sentido,» ésto sucede en las historias contemporáneas, no necesariamente en el folclore tradicional.)