Una de las peores cosas de volar intercontinental (o en un país inmenso) es el jet lag. En mayor o menor grado, afecta a todo el mundo, y no se doblega a ninguna forma de tratamiento, a menos que «una botella entera de licor» se considere un tratamiento (que no lo es). Sin embargo, según la sabiduría convencional, algunos tipos del jet lag son peores que otros. Viajar al este, por ejemplo, afecta más al ciclo del sueño que viajar al oeste. Y parece ser que la sabiduría convencional es en gran medida correcta.

De acuerdo con un estudio publicado en la revista Caos por investigadores de la Universidad de Maryland, nuestro ritmo circadiano natural en realidad tiene un ciclo de alrededor de 24,5 horas, un poco más de un día. Este período adicional de tiempo hace que sea más fácil viajar en la dirección en la que se alarga el día (hacia el oeste) que viajar en la dirección en la que se acorta el día (hacia el este).

Nuestro ritmo circadiano está regulado por células cerebrales localizadas en el núcleo supraquiasmático, que se encuentra en el hipotálamo. En condiciones normales, estas células se mueven en un patrón sincronizado controlado por la exposición regular a la luz. Durante el viaje, sin embargo, esta exposición es distorsionada, lo que resulta en jet lag.

Para emular las condiciones asociadas con el jet lag, los investigadores utilizaron un modelo matemático para simular lo que ocurre con estas células cerebrales durante el viaje. El modelo produjo resultados que coincidían con la dicotomía este-oeste que se hace convencionalmente: una persona requiere de poco menos de cuatro días para recuperarse de un viaje hacia el oeste a través de tres zonas horarias, mientras que seis zonas horarias requiere de unos seis días, y nueve husos horarios toman aproximadamente ocho días.

Para aquellos que viajan al este, sin embargo, los períodos de recuperación fueron ligeramente más largos: tres husos horarios requieren poco más de cuatro días; seis zonas horarias requieren unos ocho días; y nueve husos horarios llegan a requerir 12 días (¡me pregunto si compensa ir a Australia!).

Teniendo en cuenta que cada persona tenemos un reloj interno diferente (en algunos de nosotros el ciclo es de menos de 24 horas, mientras que en algunos de nosotros el ciclo es más largo), cada uno tiene un tiempo de recuperación diferente. «Nuestro modelo sugiere que la diferencia entre el periodo natural de una persona cada 24 horas controla la forma en que experimentan el jet lag», explicó en un comunicado Michelle Girvan, autora del estudio y profesora asociada de física en la Universidad de Maryland.

Sea como sea, nada hay que nos pueda salvar del jet lag.