Ya se sabía que los genes heredados de antiguos retrovirus son esenciales para la placenta en los mamíferos, un hallazgo ala que contribuyeron los científicos del Laboratoire Physiologie et Pathologie Moléculaires des Rétrovirus Endogènes et Infectieux (CNRS/Université Paris-Sud). Ahora, los mismos científicos han revelado un nuevo capítulo en esta asombrosa historia: ¡estos genes de origen viral también pueden ser responsables de la masa muscular más desarrollados vista en los hombres! Sus conclusiones han sido publicadas en PLoS Genetics.

Los retrovirus tienen proteínas en su superficie que son capaces de mediar en la fusión de su envoltura con la membrana de una célula objetivo [puedes conocer más acerca de los retrovirus y de su presencia en nuestro ADN en nuestra historia “Parte de tu ADN no es humano; son virus”, que puedes leer aquí]. Su material genético, una vez liberado en el interior de esa célula, se integra en los cromosomas del huésped. En los raros casos en que la célula infectada esté involucrada en la reproducción, los genes virales pueden ser transmitidos a la descendencia. De este modo, casi el 8% del genoma de los mamíferos está compuesto de vestigios de retrovirus, o retrovirus “endógenos”. La mayoría de ellos se encuentran inactivos, pero algunos siguen siendo capaces de producir proteínas: este es el caso de las syncytins, proteínas que están presentes en todos los mamíferos y son codificadas por genes heredados de los retrovirus «capturados» por sus antepasados. Un poco más que hace cinco años, y gracias a la inactivación de estos genes en ratones, el equipo dirigido por Thierry Heidmann demostró que las syncytins contribuyen a la formación de la placenta. Debido a su capacidad ancestral para mediar en la fusión de célula a célula, terminan por crear el sincitiotrofoblasto, un tejido formado por la fusión de un gran número de células derivadas del embrión, en la interfase fetomaterna.

Generalmente, el hombre desarrolla una mayor musculatura que la mujer.

A modo de explicación, el sincitiotrofoblasto es la parte de la placenta que permite la implantación en el útero y, a continuación, constituye el punto de contacto entre el torrente sanguíneo materno y el del embrión, donde se producen los intercambios de gases y nutrientes necesarios para el desarrollo de este último.

Usando los mismos ratones, el equipo ha revelado un efecto «secundario» inesperado de estas proteínas: ¡dotan a los hombres con una mayor masa muscular que a las mujeres! Al igual que con el sincitiotrofoblasto, la masa muscular se desarrolla a partir de células madre fusionadas. En los ratones machos genéticamente modificados, estas fibras eran un 20% más pequeñas y se mostraron un 20% menos de núcleos que en los machos normales; eran similares a las observadas en las mujeres, al igual que lo era su masa muscular total. Por tanto, parece que la inactivación de syncytins conduce a un déficit de fusión durante el crecimiento del músculo, pero sólo en los machos. Los científicos observaron el mismo fenómeno en el caso de la regeneración muscular tras una lesión: los ratones machos incapaces de producir syncytins experimentaron una regeneración menos eficaz que los otros machos, pero fue comparable a la observada en las hembras. Además, las fibras musculares regeneradas produjeron syncytin, una vez más, sólo en machos.

Si este descubrimiento se confirmara en otros mamíferos, podría explicar el dimorfismo muscular observado entre machos y hembras, una diferencia que no se ve de manera sistemática en los animales ovíparos. Mediante el cultivo de células madre musculares de diferentes especies de mamíferos (ratón, oveja, perro, humanos), los científicos ya han avanzado algo en el camino: de hecho, mostraron que las syncytins contribuían a la formación de fibras musculares en todas las especies estudiadas. Ahora es necesario demostrar si, en estas especies, la acción de syncytin también es exclusiva de los machos.