En algunas especies de peces de aguas profundas del orden de los Lophiiformes, al que pertenece el rape, como el Neoceratias spinifer, el pequeño macho muerde a la hembra, que es a menudo 10 veces su tamaño, y pronto comienza a desintegrarse, derritiéndose y fundiéndose en ella hasta no dejar más que los testículos: un suministro de esperma que ella utilizará para fertilizar sus huevos. En algunos casos no obstante, como vimos con los digeneos (y que puedes leer aquí), los papeles se invierten. En cualquier caso, nada que debamos envidiar…
Este proceso, que es muy raro de por sí, deja una pregunta: ¿cómo hacen los codiciados espermatozoides para llegar a los huevos?
Toda la acción transcurre fuera de sus cuerpos, dice Marah J. Hardt, autora de “Sexo en el mar”. Los machos liberan el esperma y las hembras liberan los huevos, que luego son fecundados en el agua.
Pero no está claro cuál de los peces, si la hembra o el macho parasitario, controla la liberación de esperma. «Teniendo en cuenta que el extremo de la cola sobresale», es posible que libere el esperma en el momento en que ella libera sus huevos, dice Hardt.
Para que no estereotipemos el rape, hay que tener en cuenta que no todos los machos son tan pegajosos. En algunas especies, como los pejesapo rayados, los machos y las hembras se unen y liberan el esperma y los huevos en el agua juntos.
En otros, como el Melanocetus johnsonii, quizás el más popular de estos peces, los machos se adhieren a las hembras, pero se sueltan tras la fertilización.
Este exagerado vídeo muestra una pareja de Lophiiformes, que traducimos más abajo a partir del minuto 1:30:
¿Quieres cosas más raras? Las tenemos. Esto es un Neoceratias spinifer. Una hembra, para ser más precisa. Y va detrás de este pez. No es una comida, es su pareja. Este es el Neoceratias spinifer macho. Un órgano olfativo especializado le fija a su dama. Si es difícil encontrar comida a esta profundidad, es aún más difícil encontrar una novia. Neoceratias spinifer resuelve esta situación a través de relaciones extremadamente empalagosas y sin soltarse nunca. Jamás. El macho muerde su panza. Su cuerpo libera una enzima que disuelve su piel en la mordedura y fusiona su boca al cuerpo de ella. Entonces, los dos se vuelven uno. Él se volverá dependiente de ella para el resto de su vida. A cambio, ella tendrá un depósito de esperma listo para cuando esté lista para aparearse.