La reproducción en el reino animal puede tomar un sinfín de formas y costumbres. Hembras que devoran a machos, trampas para forzar el apareamiento, celos que, literalmente terminan con la vida de los machos, etc. Pero la lista sigue sin importarle lo traumático que nos pueda parecer. Cada caso que escribimos, nos hace darnos cuenta de la suerte que tenemos de ser humanos, tanto los machos como las hembras. No obstante, aparte de machos y hembras, ¿qué pasaría si fueras hermafrodita, al igual que algunas especies de platelminto marino? ¿Quién soportaría la carga materna en ese caso?
Resulta que la soporta quien pierda un combate de esgrima de pene, esa es la realidad. En los arrecifes de coral, ciertas especies de platelmintos luchan con sus miembros.
El ritual comienza inocentemente. Dos platelmintos, generalmente con brillantes colores, se aproximan entre sí y se acarician brevemente. Al poco tiempo, no obstante, la calma termina conforme se envalentonan y exponen sus armas: dos estiletes blancos y afilados, que son sus penes. Al igual que los esgrimidores humanos, cada platelminto distraerá a su enemigo y tratará de apuñalarle, simultáneamente tratando de inyectar en su compañero esperma en cualquier parte de su cuerpo mientras hace todo lo posible para evitar ser inseminado. Y esto puede llegar a durar hasta una hora, o hasta que ambos retraen sus penes, se encorvan, y siguen su camino cada uno por su lado. Cuando la lucha termina, los dos pueden mostrar una gran cantidad de marcas de puñaladas blancas llenas de esperma, y se pueden ver rayas pálidas corriendo a lo largo de sus cuerpos, ríos enteros de semen ramificándose en su camino para fertilizar los huevos.
Quizás te preguntes el por qué. ¿Por qué evolucionar esta violenta «inseminación traumática», o de manera más específica y ridícula, esta «inseminación hipodérmica intradérmica»? El problema es que ambos platelmintos tienen el mismo interés: ninguno de los dos quiere ser la hembra (suena sexista, pero existe una razón para esto). Esos huevos requieren de una tremenda cantidad de energía en su desarrollo, por no hablar de las profundas heridas que sufre el perdedor por haber sido apuñalado además de golpeado. El ganador puede transmitir sus genes sin preocuparse de la tarea de criar a los descendientes.
Pero aquí está la parte más extraña. La selección natural dicta que si el platelminto va a recibir una puñalada, lo mejor que puede hacer es ser apuñalado cuantas más veces, mejor. Los mejores esgrimidores son los que van a tener el mayor éxito reproductivo, y sus genes son lo que otros platelmintos quieren transmitir a sus descendientes, que a su vez son más propensos a convertirse en combatientes hábiles y fertilizadores. Es una de las ironías más crueles de la naturaleza: el gusano no quiere ser apuñalado e inseminado con un pene, pero si ha de serlo, mejor que lo apuñalen e inseminen con un pene con ahínco.
Puedes deleitarte con este vídeo que muestra la crudeza del combate con detalle.