He estudiado Larsen C y su iceberg gigante durante años; no es una simple historia de cambio climático

Uno de los icebergs más grandes jamás registrados acaba de romperse de la plataforma de hielo Larsen C en la Antártida. En los últimos años he dirigido un equipo que ha estado estudiando esta plataforma de hielo y monitoreando el cambio. Pasamos muchas semanas acampando en el hielo investigando los estanques de fusión y su impacto, y luchando para evitar quemaduras solares provocadas por la delgada capa de ozono. Nuestro enfoque principal, sin embargo, es utilizar satélites para vigilar las cosas.

Nos ha sorprendido el alto nivel de interés mostrado en lo que de otro modo podría no ser más que una ocurrencia rara pero natural. Porque, a pesar de los medios de comunicación y la fascinación pública, la ruptura de Larsen C y la formación de un iceberg no es una advertencia de un aumento inminente del nivel del mar [que, como vimos en esta historia, es muy real y, como vimos en esta otra, para el cual las ciudades costeras deberían prepararse ya que, como puedes leer aquí, podría generar 2.000 millones de refugiados para el año 2100], y cualquier vínculo con el cambio climático está lejos de ser sencillo. Este evento es, sin embargo, un episodio espectacular en la historia reciente de las plataformas de hielo de la Antártida, tiene que ver con fuerzas que van más allá de la escala humana, se da en un lugar donde pocos de nosotros hemos estado, y cambiará fundamentalmente la geografía de esta región.

(Imagen ampliable) Un iceberg del tamaño de Cantabria o, como en la imagen, casi del tamaño de Gales. Imagen: Adrian Luckman / MIDAS

Las plataformas de hielo se encuentran en el punto donde los glaciares se topan con el océano, pero el clima es lo suficientemente frío como para mantener el hielo a medida que avanza. Estas plataformas flotantes de hielo de unos cientos de metros de espesor, ubicadas principalmente alrededor de la Antártida, forman barreras naturales que ralentizan el flujo de glaciares hacia el océano y por lo tanto regulan el aumento del nivel del mar. En un mundo en calentamiento [camino de superar 1,5 grados de calentamiento global en menos de 10 años], las plataformas de hielo son de particular interés científico porque son susceptibles tanto al calentamiento atmosférico desde arriba como al calentamiento del océano desde abajo.

En la década de 1890, un explorador noruego llamado Carl Anton Larsen navegó hacia el sur por la península antártica, una rama de 1.000 km de largo del continente que apunta hacia América del Sur. A lo largo de la costa, descubrió la enorme plataforma de hielo que terminó por tomar su nombre.

(Imagen ampliable) Plataformas de hielo de la península antártica. Se puede apreciar la casi total desaparición de las placas de Larsen A y B. Imagen: AJ Cook & DG Vaughan, 2014, CC BY-SA

A lo largo del siguiente siglo, la plataforma, o lo que ahora sabemos que es un conjunto de plataformas diferenciadas (Larsen A, B, C y D) se mantuvo bastante estable. Sin embargo, las repentinas desintegraciones de Larsen A y B en 1995 y 2002, respectivamente, y la continua aceleración de los glaciares que los alimentaron, centraron el interés científico en su vecino mucho más grande, Larsen C, la cuarta plataforma de hielo más grande de la Antártida.

Es por eso que mis colegas y yo nos dedicamos en 2014 a estudiar el papel del derretimiento superficial en la estabilidad de esta plataforma de hielo. No mucho tiempo después, el descubrimiento de nuestra colega Daniela Jansen de una fisura que crecía rápidamente a través de Larsen C, nos dio inmediatamente algo igualmente significativo que investigar.

El trabajo de la naturaleza

(Imagen ampliable) El autor se prepara lara ayudar a su compañero, Bryn Hubbard a perforar en Larsen C. Imagen: MIDAS

El desarrollo de las fisuras y la ruptura de los icebergs es parte del ciclo natural de una plataforma de hielo. Lo que hace a este iceberg inusual es su tamaño: con alrededor de 5.800 km², es el tamaño de un pequeño estado de los Estados Unidos [o, a modo de comparación, la mitad de Qatar o de Jamaica, o un tamaño similar a la comunidad autónoma de Cantabria, en España]. También existe la preocupación de que lo que queda de Larsen C será susceptible de correr la misma suerte que Larsen B, y colapsará casi por completo.

Nuestro trabajo ha destacado significativas similitudes entre el comportamiento que presentó anteriormente Larsen B y los desarrollos actuales vistos en Larsen C, y hemos demostrado que la estabilidad puede verse comprometida. Otros, sin embargo, confían en que Larsen C se mantendrá estable.

Sobre lo que no hay discusión alguna en la comunidad científica es que llevará muchos años saber qué pasará con el resto de Larsen C conforme comienza a adaptarse a su nueva forma, y ​​conforme se aleja y se rompe poco a poco el iceberg. Ciertamente no habrá colapso inminente e, incuestionablemente, no tendrá un efecto directo sobre el nivel del mar porque el iceberg ya está flotando y desplazando su propio peso en el agua de mar.

Esto significa que, a pesar de las muchas especulaciones, tendríamos que esperar bastantes años para que el hielo de Larsen C contribuya significativamente a la subida del nivel del mar. En 1995 Larsen B se sometió a un evento de ruptura similar. Sin embargo, se necesitaron otros siete años de erosión gradual del frente de hielo antes de que la plataforma de hielo se volviera lo suficientemente inestable como para colapsar y los glaciares retenidos por ella pudieran acelerarse, e incluso entonces el proceso de colapso pudo haber dependido de la presencia de los estanques de fusión superficiales.

Incluso si la parte restante de Larsen C colapsara, muchos años en el futuro, el aumento potencial del nivel del mar es bastante modesto. Teniendo en cuenta sólo las cuencas de los glaciares que fluyen a Larsen C, el total, incluso después de décadas, será probablemente menor de un centímetro.

¿Es esta una señal de cambio climático?

(Imagen ampliable) Larsen B se llegaba a extender durante cientos de kilómetros sobre el océano. Hoy, uno de sus glaciares cae directamente al mar. Imagen: Armin Rose / shutterstock

Este evento también ha sido vinculado de forma muy amplia pero tremendamente simplista al cambio climático. Esto no es sorprendente porque cambios notables en los glaciares y las capas de hielo de la tierra se asocian normalmente a crecientes temperaturas ambientales. Los colapsos de Larsen A y B se han relacionado previamente con el calentamiento regional, y la ruptura del iceberg dejará a Larsen C en la posición más retraída desde que comenzaran los registros hace más de cien años.

Sin embargo, en las imágenes de satélite de la década de 1980, la ruptura ya era claramente una característica obvia, y no hay evidencia directa que vincule su crecimiento reciente a ningún calentamiento de la atmósfera, que no se habría sentido a una profundidad suficiente dentro de la plataforma de hielo, o el calentamiento del océano, que es una fuente poco probable de cambio dado que la mayor parte de Larsen C recientemente se ha estado haciendo más grueso. Es probablemente demasiado temprano para culpar directamente de este evento al cambio climático generado por los seres humanos.

Artículo original publicado por The Conversation, escrito por Adrian Luckman, profesor de glaciología y sondeo remoto de la Universidad de Swansea en el Reino Unido. Revisado y traducido por ¡QFC!